HOMILÍA DOMINGO 22 TIEMPO ORDINARIO

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HOMILÍA DOMINGO 22 TIEMPO ORDINARIO
Parroquia San Francisco de Asís, Casco Antiguo
Mons. José Domingo Ulloa Mendieta
22 de agosto 2021

La liturgia de este domingo nos habla de nuestra obligación a tomar decisiones en nuestra vida. Vivir es tener que decidir. Podemos decidir bien, pero también podemos decidir mal. Lo importante es que aprendamos a tomar siempre buenas decisiones, porque cada decisión tiene consecuencias.
La 1ª lectura nos muestra a Josué invitando a las tribus de Israel, que estaban reunidas en Siquem, a escoger entre “servir al Señor” o a los falsos dioses o ídolos.
Desde niños nos ponen a elegir: “quieres una naranja o un guineo” le dice la mamá a su hijo y el niño tiene que escoger. A medida que crecemos, elegir se hace más complicado y difícil, hay una serie de condiciones y contextos que nos pueden confundir.
En la adolescencia hay una serie de factores que afectan nuestra elección. Elegimos seguir estudiando o no; entrar a un grupo de la parroquia o a una pandilla, qué chica elegimos para ser mi novia o mi novio. Más adelante tenemos que escoger una profesión que nos permita desarrollarnos como personas y nos haga feliz. En fin, nos pasamos la mayor parte de nuestra vida teniendo que elegir, teniendo que tomar decisiones, porque “la felicidad está en escoger la mejor de mis posibilidades y realizarla”.
Hoy también se nos pregunta a nosotros: “¿a quién quieres servir?”. Dios no quiere compartir nuestro corazón con los ídolos, por ello, hoy tenemos que preguntarnos: ¿servimos al Señor porque es nuestro Dios o servimos, al mismo tiempo, a los ídolos?
Para ayudarnos a comprender esta realidad la primera lectura nos ilumina. Josué invita a las tribus de Israel, reunidas en Siquem, a escoger entre “servir al Señor” o servir a falsos dioses. El Pueblo elige claramente “servir al Señor”, pues ha visto, en la historia reciente de la liberación de Egipto y del camino por el desierto, cómo solo Yahvé puede proporciona a su Pueblo la vida, la libertad, el bienestar y la paz.
Últimamente no está de moda creer. E incluso a muchos les ha dado una especie de complejo reconocerse cristianos, porque la presión del entorno social, nos quiere convencer o hacer creer que ser cristiano es una cosa trasnochada, es ir contra corriente, no es moderno o progresista.
Por otra parte, un cierto número de personas han optado por vivir sin Dios, o tal vez sea mejor decir por servir a otros dioses más cómodos, inventados por nosotros mismos, dioses a la carta que tranquilizan conciencias, dioses de los que acordarse cuando haga falta. “Algo debe haber”, dicen algunos. “No necesito a Dios, son cosas del pasado”, dicen otros. Y algunos siguen creyendo, pero sin saber muy bien en qué, sin saber explicarse demasiado en qué consiste lo de «ser creyente». Y se autodefinen como “creyentes no practicantes”; dos conceptos, por cierto, incompatibles entre sí.
La Palabra de Dios de este domingo nos presenta este tema tan actual; esta tensión que se da entre el creer y el no creer; entre la aceptación y el rechazo; entre la adhesión y el distanciamiento; entre la divinidad que Jesús pide para su persona y la humilde condición familiar de su origen terreno.
Esta misma tensión se ha repetido constantemente en la historia de la Iglesia, que es el Cuerpo de Cristo. Son muchos los que quieren justificar su increencia amparándose en el aspecto humano de los cristianos, es decir, los que afirman que no creen en los curas, ni en los obispos, ni en el Papa.
¡Claro que no hay que creer en los curas, sino en Cristo! Pero para poder aceptar a Cristo, hay que aceptar, sin radicalismos ni exigencias angélicas, a los que forman la Iglesia, con sus limitaciones y condicionamientos humanos.
Por eso no es fácil aceptar el mensaje de Jesús, creer en su Palabra, reconocerlo como “el pan bajado del cielo”.
En un mundo en el que priva el positivismo, el pragmatismo, el discurso eucarístico parece fuera de lugar. Ya los judíos contemporáneos de Jesús dijeron que “este modo de hablar es inaceptable”. Es verdad que la revelación de Cristo, si no se acepta desde la fe, puede provocar la decepción de muchos o la adhesión incondicional de los discípulos que por boca de Pedro repiten: “Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna: nosotros creemos”.
Jesús es la opción fundamental para el creyente, que no se echa atrás, ni quiere escaparse del compromiso de la fe. El cristiano opta por la humildad frente al orgullo; por el Dios vivo, que exige fidelidad, frente a los falsos ídolos muertos, que no exigen nada; por el amor total frente al egoísmo; por la fe, que es fruto del Espíritu, frente al mero razonamiento humano de la carne; por la gracia, frente al pecado.
Sigamos profundizando, ¿qué es eso de la fe? De la fe se han dado definiciones muy abstractas como lo de “creer lo que no vimos”, o “cumplir los mandamientos de Dios y de la Iglesia”, o practicar una serie de ritos, obligaciones y cultos. Creer es servir al Señor, es escucharle y poner en práctica sus mandatos.
Tener fe es haber hecho una opción de vida, por la que nos iremos configurando, identificando, haciendo nuestro el estilo de vida de Jesús: sus palabras, sus preferidos, su modo de situarse ante el poder, el dinero, la política, la injusticia, la pobreza, etc.
No se puede «creer» sin poner en práctica, sin «hacer», sin irse transformando o convirtiendo. Ciertamente que esto es bien difícil y exigente. Dice Jesús: «sin mí no podéis hacer nada». Lo necesitamos como Pan de Vida, para tener vida en nosotros. Por eso, comulgamos los que hemos querido sellar esa Alianza de Vida con Él.
Jesús no se andaba con paños tibios. Muchos discípulos de Jesús se echaron atrás y no volvieron a ir con Él. Les parecía demasiado exigente, se escandalizan… ¡y se van! En la actualidad la Palabra de Dios nos coloca ante una alternativa: la valentía de decirle que no y ser coherentes con ese no.… o hacer nuestras las palabras de Pedro: “Señor, ¿a quién vamos a acudir? En tus palabras hay vida eterna y nosotros creemos”.
Tengamos presente, que cuando nos cansamos de seguir haciendo el bien y buscando la verdad, de promover el amor y la justicia, cuando dejamos de ir a misa o nos resulta insoportable tal o cual persona, cuando nos pesa la fidelidad matrimonial o la familia, cuando confrontamos la enseñanza del evangelio con nuestra manera de pensar y descubrimos que tenemos miedo a comprometernos y a seguir a Cristo incondicionalmente, estamos dejando de lado al Señor.
Y Cristo podría preguntarnos ahora: “¿También ustedes quieren marcharse?”. Y nuestra respuesta no puede ser otra que la de Pedro: “Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna”.
Y Pedro fue coherente, como el resto de sus compañeros, y tantos otros después de ellos, ¡hasta derramar su sangre! No era fácil creer entonces: las arenas del circo, los leones, la cárcel, las palizas, lapidaciones… Y tampoco es fácil creer ahora, porque no es fácil vivir una vida con sentido, una vida de entrega, una vida de exigencias. Pero entonces ¿a quién iremos? ¿quién guiará nuestros pasos? ¿quién nos ofrecerá una vida que merezca la pena? Cristo es el Camino, la Verdad y la Vida. En Él está cimentada nuestra fe y fidelidad.
Décimo Tercer Aniversario de Aduanas
Saludamos a la Directora General de la Autoridad Nacional de Aduanas, Tayra Ivonne Barsallo; al Subdirector General Logístico, Juan Pablo García Farinoni; al Subdirector General Técnico, Rodolfo Samuda L., y a toda la familia de esta institución que celebra su décimo tercer aniversario.
Con la llegada del nuevo siglo y los trabajos de ampliación del Canal de Panamá, el país necesitaba de una Aduana más autónoma, moderna y eficiente, dispuesta a enfrentar los retos que imponía un mundo cada vez más globalizado, por ello nace la Autoridad Nacional de Aduanas, en el año 2008.
Son muy importantes y delicadas las funciones que tiene la Autoridad Nacional de Aduanas al controlar, vigilar y fiscalizar el ingreso, salida y movimiento de las mercancías, personas y medios de transporte por las fronteras, puertos y aeropuertos del país, además de garantizar una recaudación tributaria al Estado panameño.
Desde la más altas autoridades hasta cada uno de los funcionarios de la Autoridad de Aduanas, tienen la patriótica responsabilidad de garantizar que estas funciones se realicen con transparencia, honestidad y credibilidad, ante la sociedad. Los alentamos a seguir su compromiso con la Patria.
Aniversario Servicio Aeronaval
Director general del SENAN, Jeremías Urieta, señor subdirector general, Gorgonio Sánchez. Nos unimos a las felicitaciones y oraciones por los 13 años de existencia, del servicio Nacional Aeronaval, que en medio de una pandemia ha mantenido su servicio, lo que ha costado la vida de muchos de sus miembros; sin embargo, han sabido emerger lo mejor de ustedes por Panamá.
A los servidores públicos, el Papa Juan Pablo II señaló: “ustedes luchan a diario contra aquellos que buscan el mal, por eso han sido llamados a defender a los débiles y proteger a los honrados y favorecer la convivencia de los pueblos. Cada uno de ustedes tienen la misión de defender su pueblo y promover la justicia y la paz”.
Panamá se enfrenta ahora al desafío histórico de convertirse en un país seguro, un país de orden, un país de leyes y de libertades. Para lograr este reto requiere de mujeres y hombres, comprometidos y dispuestos a entregarse a la noble causa de servir a la seguridad de los panameños, de servir a los demás, de servir a nuestro país.
Quiero expresarles nuestro reconocimiento por vuestra entrega al servicio de los panameños. Recuerden que no hay más honor que servir al país con honestidad y con lealtad; que la razón de vuestra lucha es hacer de Panamá una Nación donde prevalezca la seguridad, el orden, la justicia y la ley. Un país libre de la violencia y del crimen, un país libre del miedo.
Un Panamá seguro, donde libremos a nuestros niños y jóvenes de la esclavitud de las drogas, y a la sociedad entera del crimen. Tarea que exige integridad, compromiso, entrega y valor.
Como les ha expresado vuestro Director General, Jeremías Urieta: “son una institución comprometida con el pueblo panameño, obteniendo grandes logros que han fortalecido los tres ejes operacionales de la institución: ayuda humanitaria, seguridad y desarrollo social, que lo han demostrado con valor, sentido de solidaridad, trabajo en grupo, fe y determinación en cada operación que realizan y situaciones que enfrentan.
Al celebrar este aniversario, quiero invitarlos a que nos unamos en una especial oración de gratitud a Dios Nuestro Señor, por el trabajo que cada uno de ustedes realizan por la Nación.
Aporte de Panamá en la Crisis Migratoria
La crisis migratoria ha desbordado nuestras respuestas como país, por ello la Iglesia panameña junto a las Conferencias Episcopales de Centroamérica y Colombia han solicitado de manera respetuosa a los gobiernos de la región que ofrezcan un trato digno hacia estos hermanos y hermanas que transitan por nuestro países, a fin de contribuir a superar la crisis humanitaria en nuestras fronteras.
El Santo Padre Francisco, desde el inicio de su pontificado ha insistido en el trato hacia los migrantes y nos recuerda que somos una sola familia, donde la dignidad humana es el valor fundamental y como el buen samaritano, estamos llamados a cuidarnos los unos a los otros, sin mirar para otro lado, sin crear barreras que nos separan.
Cuando nuestro corazón asume esta actitud, capaz de identificarse con el otro sin importarle dónde ha nacido o de dónde viene, experimentamos nuevamente el amor de un Cristo hombre y pobre que toca el alma de cada uno de nosotros, a la espera de una actitud de acogida y coherente con los valores del evangelio.
En este contexto, la Iglesia Católica en Panamá a través de la Pastoral de Movilidad Humana, ha acompañado por mucho tiempo a estos hermanos ofreciendo orientación legal, psicológica, ayuda humanitaria y protección cuando la situación así lo ha exigido. En la actualidad seguimos apoyando a través de las parroquias en todo el país especialmente en la entrega de alimentos a familias de migrantes que se han quedado e incorporado a nuestras comunidades.
Es junto reconocer. el esfuerzo que realiza el gobierno de Panamá a través del Ministerio de Relaciones Exteriores de animar a los países hermanos para que juntos busquemos una salida humanitaria y segura a miles de familias que se desplazan hacia los Estados Unidos utilizando la vía de frontera entre Colombia, Panamá y Centroamérica.
Estamos convencidos, que el objetivo a largo plazo es evitar que las personas tengan que emigrar, pero primero, hay que garantizarle el derecho a encontrar en su casa las condiciones para desarrollarse dignamente. Pero hasta que esto no se asegure, será necesario respetar el derecho de todos a encontrar un lugar donde puedan desarrollarse plenamente como persona y como familia.
Campaña en solidaridad con Haití
La Conferencia Episcopal Panameña ha expresado en un comunicado su profunda solidaridad con nuestros hermanos y hermanas haitianos, quienes han sufrido en fecha reciente los devastadores estragos de otro terremoto que generó una situación de extrema emergencia. Los efectos del fenómeno telúrico han cobrado miles de vidas, desplazado a cientos de familias, destruido cosechas y viviendas, interrumpiendo servicios básicos e infraestructuras viales, lo que agrava la ya golpeada situación socio política que viven miles de familias haitianas, hundidas en el luto y la incertidumbre.
Ante los graves efectos de este terremoto, ocurrido el 14 de agosto de 2021, reiteramos que la tragedia que viven hoy los hermanos haitianos no nos puede dejar indiferentes ni paralizados.
Hemos dispuesto realizar una “Campaña en solidaridad con Haití”, del 20 al 30 de agosto de 2021 para recoger las donaciones económicas a través de nuestra cuenta bancaria: Iglesia Católica Arquidiócesis de Panamá Pastoral Social Cáritas Solidaridad, Cuenta corriente del Banco General No. 04-72-98-250856-8.
También hemos establecido hacer una segunda colecta para el pueblo de Haití en las misas del domingo 29 de agosto, celebradas en los templos y capillas del país. Seamos generosos, como el Buen Samaritano, abriendo nuestros corazones solidarios.
Apelamos al itinerario histórico de buena voluntad que tiene la ciudadanía panameña, para que se sumen a las donaciones económicas que entregaremos a la Pastoral Social Cáritas de Haití.

† JOSÉ DOMINGO ULLOA MENDIETA, O.S.A.
ARZOBISPO METROPOLITANO DE PANAMÁ

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