MENSAJE POR EL DÍA INTERNACIONAL DEL VOLUNTARIADO – Arzobispado de Panamá

MENSAJE POR EL DÍA INTERNACIONAL DEL VOLUNTARIADO - Arzobispado de Panamá

“El voluntariado eclesial es signo de una
gran familia al servicio de los demás”

Queridos voluntarios y voluntarias:
En este Día Internacional del Voluntariado, elevo una palabra de profundo reconocimiento y gratitud a cada uno de ustedes, que con entrega silenciosa y corazón generoso hacen visible lo que somos como Iglesia: Una gran familia reunida por Cristo y enviada a servir con amor.

El voluntariado eclesial es mucho más que una colaboración ocasional; es una vocación de vida, un modo concreto de anunciar el Evangelio donde la caridad se vuelve cercanía, escucha, ternura y dignidad.

En cada gesto suyo —una visita, una mano extendida, un plato servido, una escucha atenta, un acompañamiento en el dolor, un servicio en la parroquia, en una obra de misericordia silenciosa— sucede algo grande y sagrado. Gracias a ustedes, se hace presente el Reino de Dios.

Sí, el Reino se hace visible en la manera en que se inclinan ante la fragilidad humana, en la alegría, en la esperanza que siembran en quienes ya no esperan nada. Cada voluntario es un puente de Dios hacia su pueblo; un signo vivo de que la misericordia es más fuerte que la indiferencia y que la fraternidad puede transformar la realidad.
Gracias por su perseverancia, por su creatividad para encontrar caminos nuevos; por su disponibilidad sin horarios; por sostener tantas iniciativas que tocan directamente la vida de miles de personas a través de comedores, hogares, catequesis, pastoral social, misiones, acompañamiento a enfermos, atención a migrantes, formación de jóvenes, programas de apoyo a familias y tantas otras obras donde la Iglesia abraza a los más vulnerables.

Ustedes son el rostro concreto de una Iglesia que quiere ser hogar para todos; son manos que levantan, pies que caminan, oídos que escuchan, corazones que aman.

Su servicio nos recuerda que la Iglesia no existe para sí misma, sino para ser sacramento del amor de Dios en el mundo.

Que el Señor bendiga abundantemente su entrega y les conceda mantener siempre viva la alegría de servir.

Que María, Santa María de la Antigua, Madre de nuestra Iglesia, los acompañe y proteja, para que continúen siendo luz que ilumina y sal que da sabor al mundo.

A cada uno de ustedes, voluntarios y voluntarias: ¡Gracias por su entrega, por su testimonio y porque, a través de ustedes, el Reino de Dios se hace presente en medio de nuestro pueblo!
Con afecto pastoral en Cristo,

 

† JOSÉ DOMINGO ULLOA MENDIETA, O.S.A.
ARZOBISPO METROPOLITANO DE PANAMÁ
PRESIDENTE DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL PANAMEÑA

 


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