HOMILÍA – Jornada Internacional de las Personas con Discapacidad – Arzobispo de Panamá

HOMILÍA – Jornada Internacional de las Personas con Discapacidad - Arzobispo de Panamá

HOMILÍA – Jornada Internacional de las Personas con Discapacidad
“Caminar juntos, portadores de esperanza”
Mons. Jose Domingo Ulloa Mendieta OSA

Queridos hermanos y hermanas:
Hoy, en esta Jornada Internacional de las Personas con Discapacidad, la Iglesia se reúne para proclamar una verdad que brota del Evangelio: cada persona con discapacidad es única, irrepetible y portadora de una dignidad inviolable.
Su valor no depende de capacidades físicas, sensoriales o intelectuales, sino del amor mismo de Dios que los llamó a la vida.

En este comienzo del Adviento, la esperanza no es una palabra vacía: la hemos visto y tocado en cada una de estas personas, en sus familias que luchan y en quienes trabajan por una sociedad más justa. La esperanza se ha vuelto experiencia compartida, camino y compromiso.

Y como Iglesia queremos mostrar con hechos —no solo con palabras— que la inclusión no es un discurso, sino una forma concreta de caminar juntos.

I. EL LLAMADO A VER A CRISTO EN EL PRÓJIMO
“Cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis” (Mt 25,40). Jesús nos recuerda que lo que hacemos con los más vulnerables, lo hacemos con Él mismo. Por eso, nuestra primera mirada es profundamente cristiana: vemos primero a la persona, no a la discapacidad. La discapacidad no define su identidad, su vocación ni su dignidad.

La realidad en Panamá
Aunque Panamá ha ratificado la Convención de la ONU y tiene marcos legales importantes, la brecha entre la ley y la vida cotidiana sigue siendo grande: accesibilidad insuficiente, desempleo, falta de inclusión educativa y barreras actitudinales que hieren y excluyen.

LA VISIÓN DE DIOS SOBRE LA DISCAPACIDAD
1. Jesús y la inclusión
El Señor siempre se acercó con ternura a quienes la sociedad excluía: enfermos, ciegos, sordos, paralíticos. Sus milagros sanaban el cuerpo, sí, pero sobre todo devolvían dignidad y comunidad.
Jesús nunca vio “una carga”: vio un rostro amado.

2. El valor de la fragilidad
La fragilidad no es un error, sino parte esencial de nuestra humanidad.
San Pablo nos enseña que los miembros más frágiles del cuerpo son los más necesarios (1 Cor 12,12-27). Así es la Iglesia: un cuerpo donde nadie sobra, donde todos aportan según la gracia de Dios.

3. Llamado a la conversión
Nuestra fe nos exige cambiar la mirada:
– de la lástima a la solidaridad,
– del asistencialismo paternalista a la promoción de derechos,
– del silencio a la participación activa.

III. El llamado internacional de 2025: “nada de nosotros sin nosotros”
Este lema mundial, promovido por Naciones Unidas, es una brújula ética, social y también profundamente cristiana:
“NADA DE NOSOTROS SIN NOSOTROS.”

1. ¿Qué significa realmente?
Significa que ninguna decisión puede tomarse sin la participación de las personas con discapacidad:
– No se legisla sin escucharlos.
– No se diseñan programas desde escritorios lejanos.
– No se planifica educación inclusiva sin sus experiencias.
– No se construyen políticas públicas sin su voz.
– No se hace pastoral o catequesis “para ellos”, sino con ellos.
Este principio rompe siglos de paternalismo y reconoce su autonomía, capacidades y protagonismo.

2. Un principio profundamente evangélico
Jesús jamás actuó sin dialogar con la persona:
A Bartimeo le pregunta: “¿Qué quieres que haga por ti?”
Al paralítico le devuelve responsabilidad y autonomía.
A los marginados los reintegra a la comunidad.
El Evangelio nunca impone desde arriba: camina con la persona, la escucha y la hace sujeto de su propia historia.
3. ¿Cómo lo asumimos en la Iglesia?
– Involucrándolos en la vida pastoral.
– Dándoles espacios reales de servicio, liderazgo y participación.
– Asegurando su presencia en consejos parroquiales y de pastoral.
– Diseñando liturgias y catequesis accesibles con su aporte directo.
– Reconociendo que son agentes de evangelización, no solo destinatarios.

4. ¿Cómo lo asumimos en Panamá?
A nivel nacional este lema exige:
– Participación real en políticas públicas,
– Programas diseñados con su liderazgo,
– Eliminación de barreras físicas, comunicacionales y sociales,
– Reconocerlos como ciudadanos con deberes y derechos.

Sin su voz, la justicia queda silenciada. Sin su participación, Panamá no avanzará hacia un auténtico desarrollo humano.

Reiteramos: el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, declarado por Naciones Unidas en 1992, busca promover los derechos y bienestar de este grupo humano en todos los ámbitos de la vida social. En Panamá, esta jornada nos obliga a mirar con seriedad una realidad contundente:
más de 400 mil panameños con discapacidad viven sin poder cubrir necesidades básicas ni acceder a educación inclusiva y de calidad. No podemos permanecer indiferentes.

El Papa Francisco, en Fratelli tutti, nos suplica:
“Den voz a quienes son discriminados por su discapacidad… Fomentemos sociedades abiertas que integran a todos.”
El Papa denuncia a los llamados “exiliados ocultos”: personas con discapacidad que existen sin pertenecer, sin participar, sin reconocimiento pleno de ciudadanía.

Y nos recuerda que la inclusión no es solo cuidar, sino integrar activamente en la comunidad civil y eclesial, porque cada persona es “única e irrepetible”.

V. DESAFÍOS Y LLAMADO A LA ACCIÓN EN PANAMÁ
1. Accesibilidad física y comunicacional
Rampas, transporte accesible, lengua de señas, Braille, lectura fácil.
2. Educación y empleo
Debe abrirse para valorar el talento y crear oportunidades reales.
3. Barreras actitudinales
El rechazo, las burlas y la indiferencia son las barreras más hirientes.
4. La Iglesia como modelo
Debe ser la primera casa sin barreras: accesible, abierta, participativa.

VI. VIVIR NUESTRO COMPROMISO BAUTISMAL
El compromiso con las personas con discapacidad no es opcional: es un deber de justicia, de amor cristiano y de fidelidad al Evangelio.

Promover sus derechos, acompañar a sus familias, escuchar su voz y abrir espacios de participación forma parte esencial de nuestra misión bautismal.

VII. RECONOCIMIENTO A LA FRATER EN SUS 80 AÑOS
Y no podemos terminar esta celebración sin alzar nuestra voz de gratitud y reconocimiento a quienes, durante décadas, han sido faro, guía y testimonio vivo de inclusión en la Iglesia: la Frater —la Fraternidad Cristiana de Personas con Discapacidad— que este año celebra 80 años de presencia misionera en el mundo.

Durante ocho décadas, la Frater ha tejido inclusión, fraternidad y esperanza allí donde parecía imposible; ha anunciado la Buena Nueva de que el ser humano tiene más capacidades que limitaciones, y ha recordado a toda la Iglesia que el Cuerpo de Cristo no está completo sin las personas con discapacidad.

En Panamá, han sido pioneros en la toma de conciencia sobre la dignidad y los derechos de las personas con discapacidad, abriendo caminos donde antes había indiferencia, derribando muros y construyendo puentes de respeto y participación.

Agradecemos su testimonio, su entrega y su servicio fiel.

¡Que Dios bendiga abundantemente estos 80 años de misión y les conceda fortaleza para continuar iluminando la vida de la Iglesia y de nuestra sociedad!

CONCLUSIÓN: ORACIÓN Y ENVÍO
Pidamos:
– ojos para ver a Cristo en cada persona,
– oídos para escuchar las voces que han sido silenciadas,
– corazón para incluir y abrir caminos.
Oremos por:
– las personas con discapacidad,
– sus familias,
– quienes trabajan a su servicio,
– y las autoridades de Panamá para que construyan una sociedad sin barreras.

Que María, Madre de la ternura, nos guíe.

Que el Niño que esperamos en Adviento haga de esta Iglesia una familia donde nadie quede fuera.

Amén.

 


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La Arquidiócesis de Panamá creada el 9 de septiembre de 1513 es la Iglesia más antigua en tierra firme y madre de las Iglesias particulares existentes hasta ahora en la república de Panamá.