HOMILIA – DOMINGO 19 DE SEPTIEMBRE DEL 2021
Homilía Domingo 25 tiempo Ordinario
Mons. Jose Domingo Ulloa Mendieta osa
Templo San Mateo
Voluntarias del Hospital Oncológico
Día Mundial del Corazón
La Asociación Panameña de Mercadotecnia en Salud lanza su campaña “Vístete de Rojo por Tu corazón” con la finalidad de sensibilizar a la población, especialmente a la mujer en la prevención de las enfermedades cardiovasculares. Saludamos a su presidenta Dra. Mireya A. De Moreno
La liturgia del Domingo 25 del tiempo ordinario invita a los creyentes a prescindir de la “sabiduría del mundo” y a escoger la “sabiduría de Dios”. Sólo la “sabiduría de Dios”, dicen los textos bíblicos de este Domingo, posibilitará al hombre el acceso a la vida plena y a la felicidad sin fin.
El Evangelio de la liturgia de hoy (Mc 9, 30-37) nos dice que, de camino a Jerusalén, los discípulos de Jesús debatieron quién “entre ellos era más grande” (v. 34). Entonces Jesús les dirigió una frase fuerte, que también se aplica a nosotros hoy: “Si alguno quiere ser el primero, que sea el último de todos y el siervo de todos” (v. 35). Si quieres ser el primero, tienes que hacer cola, ser el último y servir a todos.
A través de esta frase lapidaria, el Señor inaugura una inversión: anula los criterios que marcan lo que realmente importa. El valor de una persona ya no depende del papel que desempeña, del éxito que tiene, del trabajo que hace, del dinero en el banco; no, no, no depende de eso; la grandeza y el éxito, a los ojos de Dios, tienen una vara de medir diferente: se miden por el servicio. No en lo que tienes,sino en lo que das. ¿Quieres sobresalir? Seamos servidores. Este es el camino.
Hoy en día la palabra “servicio” aparece un poco descolorida, desgastada por el uso. Pero en el Evangelio tiene un significado preciso y concreto. Servir no es una expresión de cortesía: es hacer como Jesús, quien, resumiendo su vida en pocas palabras, dijo que vino “no para ser servido, sino para servir”(Mc 10, 45). Así lo dijo el Señor. Por lo tanto, si queremos seguir a Jesús, debemos caminar por el camino que Él mismo ha trazado, el camino del servicio. Nuestra fidelidad al Señor depende de nuestra voluntad de servir. Cuanto más servimos, más sentimos la presencia de Dios. Especialmente cuando servimos a aquellos que no tienen nada que devolvernos, los pobres, abrazando sus dificultades y necesidades con tierna compasión: y allí descubrimos que nosotros también somos amados y abrazados por Dios.
Queridos hermanos y hermanas, desafiados por el Evangelio, hagámonos preguntas: Yo, que sigo a Jesús, ¿me interesan los más descuidados? O, como los discípulos de ese día, ¿voy en busca de gratificación personal? ¿Entiendo la vida como una competencia para hacerme espacio a expensas de los demás o creo que sobresalir significa servir? Y, concretamente: ¿dedico tiempo a algún “pequeño”, a una persona que no tiene los medios para corresponder?¿Cuido de alguien que no puede devolverme o solo de mis familiares y amigos? Estas son preguntas que podemos hacernos. (P. Francisco Angelus domingo 19 2021)
Agradezcamos a Dios por la palabra de este domingo que nos ofrece elementos muy iluminadores para ahondar en estos sentimientos oscuros que se apoderan del corazón humano:
Pues la envidia y la ambición destruyen los vínculos más profundos. Conocemos innumerables historias de familias destruidas porque no se pusieron de acuerdo sobre una herencia. Sin importar que los bienes en disputa sean cuantiosos o escasos, el deseo de llevarse la tajada mayor ha arruinado los vínculos de sangre y amistades de muchos años.
Hoy Jesús nos da una formidable lección sobre el auténtico liderazgo, que debe ser entendido como servicio: “Quien quiera ser el primero, deberá ser el último y el servidor de todos”. Esta lección de Jesús fue puesta en escena, más tarde, en el Lavatorio de los Pies.
La Iglesia la sigue replicando cada Jueves Santo como un poderoso mensaje para todos los líderes sociales, empezando por los pastores de la Iglesia.
Una organización se consolida y goza de respetabilidad en la medida en que sus cabezas han llegado a esta posición por sus méritos y tienen autoridad moral. Desafortunadamente, muchos cargos directivos son ocupados por personas ineptas y sin vocación de servicio, y están allí por vínculos familiares o para corresponder favores.
La legislación de la Iglesia ha establecido unos procesos muy estrictos (llamados Informes) para seleccionar a los candidatos que desean ingresar a un Seminario, conceder la Ordenación Sacerdotal, ocupar cargos de responsabilidad y ser ordenado como Obispo. A pesar de estos controles, es también cierto que se filtran personas indeseables con historias de vida oscuras y con motivaciones que están muy lejos de la Buena Noticia del Señor resucitado. En múltiples ocasiones, el papa Francisco ha exhortado a vivir de acuerdo con la sencillez del Evangelio; quiere que los pastores “tenga olor a oveja”.
Estas dos lecturas, la Carta del apóstol Santiago y la catequesis de Jesús sobre el auténtico liderazgo, son mensajes de gran actualidad pues la ambición y la envidia llevan a tomar caminos equivocados en la vida; la avidez por el poder desvirtúa el verdadero sentido del liderazgo que debe ejercerse en función del crecimiento de la comunidad.
Por eso, quien sigue el camino de ambición no es de fiar, sólo encuentra una mínima satisfacción que pasa por ambicionar más y más, según una lógica del derecho y del mérito, pero recorriendo un camino en el que no está Jesús, incluso cuando se hacen las cosas en su nombre: nadie más entregado que los discípulos, nadie más equivocado de camino.
Ciertamente, nuestros criterios no coinciden con los de Jesús. ¿A quién de nosotros se le ocurre hoy pensar que los hombres y mujeres más importantes son aquellos que viven al servicio de los demás?
Para nosotros, importante es el hombre de prestigio, seguro de sí mismo, que ha alcanzado el éxito en algún campo de la vida, que ha logrado sobresalir sobre los demás y ser aplaudido por las gentes. Esas personas cuyo rostro podemos ver constantemente en la televisión: líderes políticos, «premios Nobel», cantantes de moda, deportistas excepcionales… ¿Quién puede ser más importante que ellos?
Según el criterio de Jesús, sencillamente esos miles y miles de hombres y mujeres anónimos, de rostro desconocido, a quienes nadie hará homenaje alguno, pero que se desviven en el servicio desinteresado a los demás. Personas que no viven para su éxito personal. Gentes que no piensan solo en satisfacer egoístamente sus deseos, sino que se preocupan de la felicidad de otros.
Según Jesús, hay una grandeza en la vida de estas personas que no aciertan a ser felices sin la felicidad de los demás.
Su vida es un misterio de entrega y desinterés. Saben poner su vida a disposición de otros. Actúan movidos por su bondad. No viven solo para trabajar ni para disfrutar. Su vida no se reduce a cumplir sus obligaciones profesionales o ejecutar diligentemente sus tareas. Su vida encierra algo más. Viven de manera creativa. Cada persona que encuentran en su camino, cada dolor que perciben a su alrededor, cada problema que surge junto a ellos es una llamada que les invita a actuar, servir y ayudar.
Por eso es lamentable que actualmente se discute más sobre poder y no sobre “proyecto de Nación, no discutimos a dónde vamos, no pensamos a dónde tenemos que ir, no nos podemos poner a pensar juntos, sino que discutimos poder; poder mediático, poder económico, poder político”.
Quizá tengamos que orar humildemente como hacía Teilhard de Chardin: «Señor, responderé a tu inspiración profunda que me ordena existir, teniendo cuidado de no ahogar ni desviar ni desperdiciar mi fuerza de amar y hacer el bien».
Voluntarias del Hospital Oncológico
Gracias queridos voluntarios y voluntarias del hospital oncológico, ustedes son el modelo del buen samaritano que, con entrega, sin esperar reconocimientos ni gratitudes, cuida la fragilidad humana con proximidad solidaria y atenta, se hace cargo del dolor sin pasar de largo de los que están al costado de la vida, considera las dificultades como oportunidades para crecer y lo hace con otros, no individualmente, buscando ese “nosotros” que sea más fuerte que la suma de acciones individuales.
Gracias porque en medio de un mundo en el que persisten numerosas formas de injusticias, la persona voluntaria ama el bien común y busca el bien de todas las personas, sintiéndose parte activa en la rehabilitación y sanación de una sociedad herida.
Como Iglesia reconocemos y agradecemos cuánto aportan al servicio en el Hospital Oncológico. Ustedes son esa Iglesia que sirve y sale de casa para acompañar la vida, sostener la esperanza, tender puentes y romper muros.
Día Mundial del corazón
En la década de los noventa un grupo de EMPRESARIOS panameños de espíritu altruista, unieron esfuerzos con connotados cardiólogos panameños, uno de ellos el Dr. RICAURTE ARROCHA quien luego de participar en un Congreso Mundial de Sociedades de Cardiología y siendo su día a día , el atender pacientes con alguna afección cardiovascular hizo la propuesta a estos empresarios de trabajar en conjunto para afrontar este problema latente de SALUD PUBLICA como era las altas tasas de mortalidad por afecciones relacionadas al Corazón. Surge así la Fundación Cardiológica de Panamá, cuyo primer Presidente fue Don Samuel Lewis Galindo Iniciando una serie de actividades de Docencia y prevención dirigidas a diferentes actores sociales, para sensibilizarlos a tener estilos de Vida saludables y por ende UNA VIDA MAS PROLONGADA Y DE MEJOR CALIDAD.
Desde el año 2000, esta experiencia nacida en Panamá se extiende a nivel mundial, por iniciativa de la Federación Mundial del Corazón y cuenta con los patrocinios de la Organización Mundial de Salud (OMS) y la Organización para la Educación, la Ciencia y la Cultura de las Naciones Unidas (UNESCO)1.
El símbolo del corazón es un signo universal que representa, fundamentalmente, el amor y el afecto entre los seres humanos. Desde la antigüedad (en Egipto y épocas bíblicas) ocupa el centro de la vida espiritual: ama, piensa, decide, proyecta, afirma responsabilidades. Debido a su gran importancia en nuestro cuerpo y vida, debemos cuidar a nuestro corazón.
Sabemos que en esta pandemia por la COVID-19, los pacientes con enfermedad cardiovascular enfrentan una doble amenaza. Por los riesgos como hipertensión, diabetes y obesidad, están expuestos a sufrir más las consecuencias si la contraen.
¿Cómo podemos cuidar a nuestro querido corazón? Adoptando un estilo de vida saludable: alimentación sana, natural, sin alimentos procesados, con poco consumo de sal, realizando ejercicios físicos (caminar, realizar las tareas domésticas, todas las actividades ayudan) y evitando el tabaquismo.
Cuidemos a “nuestro corazón, que de él emana la vida”.
Quizás te interese
Arzobispo de Panamá destaca la conexión histórica entre Sevilla y Panamá en el Congreso de Hermandades
diciembre 12, 2024
Primer sorteo de Rifa de la Campaña Arquidiocesana
diciembre 12, 2024