Homilia Cita Eucarística Zona Centro “Santa María La Antigua”
HOMILÍA 50 ANIVERSARIO CITA EUCARÍSTICA
“LA EUCARISTÍA CONSTRUCTORA DE COMUNIDAD”
Zona Pastoral “Santa María la Antigua”
Sábado 28 de agosto 2021, Gimnasio de la USMA
Queridos hermanas y hermanos:
En medio de esta pandemia, el poder reunirnos físicamente, aunque esté presente solo un pequeño grupo representativo de cada Parroquia de la Zona Pastoral “Santa María la Antigua”, nos permite celebrar esta primera Cita Eucarística, con la nueva estructura de la Arquidiócesis de Panamá como son Zonas Pastorales.
Es conveniente en primer lugar demos gracias a Dios por los dones recibidos, por las gracias y por haber sido misericordioso con nosotros. Sabemos que hermanos y hermanas, se han ido, son hasta ahora 7023 seres queridos que ya no están con nosotros físicamente; y otros han sufrido, unas 454.330 personas que han tenido secuelas por esta enfermedad. En medio de esta difícil situación, tenemos la convicción que ninguno de ellos ni nosotros hemos sido abandonados por el amor de Dios. Todos caminamos y peregrinamos en medio de las dificultades por caminos extraños y desconocidos, en los que Dios nos sostiene y nos protege.
Estamos en el momento oportuno de fortalecer nuestra fe, de reavivar nuestra esperanza y vivir la caridad. Porque es en nuestras debilidades es donde sentimos y cuando experimentamos más fuerte la presencia del Espíritu y vivimos unidos en Él.
Este tiempo, que es especial en muchos aspectos, pide un esfuerzo mayor para ser testigos de comunión. La energía de cada parroquia, de cada vicaría, de cada zona, de cada área pastoral y movimientos eclesiales está en la unión de sentirnos hermanos y hermanas que actuamos y nos movemos por el mismo amor.
Este encuentro nos ofrece la oportunidad de sentir, igual que los discípulos de Emaús, arder nuestros corazones al estar aquí en nombre del Señor y al escuchar su Palabra.
A esto es que he venido y no a otra cosa. A conocer al Señor, adorarlo, y unir nuestras vidas a su sacrificio; recibirlo en la Comunión; y salir corriendo a nuestras casas, como lo hicieron los discípulos de Emaús, para contar a nuestras familias: ¡Es verdad! El Señor Resucitó…” Y lo reconocemos al partir con nosotros el pan.
Hoy reafirmamos que somos una gran familia, con raíces en lo más hondo, habitada por la unidad y el amor más radical, y que llega de la tierra al cielo. No somos menos; esa es nuestra familia, siempre confiada en la voluntad del Padre, con Jesús como Señor de la casa. Aquí somos ayudados a ser y nos ayudamos unos a otros a ser. Lo hemos hecho en el confinamiento, y hemos de hacerlo todos los días, por el bien de nuestra vida, por el de nuestros seres queridos, por nuestra dignidad y destino personal y como sociedad.
Alegrémonos de nuestra fe, de Dios nuestro Padre y de la victoria del Resucitado. Miremos con ojos de fe y agradecimiento a la particular Iglesia diocesana a la que pertenecemos, en la que somos ayudados y nos ayudamos a ser y a vivir.
La aportación de cada uno es un tesoro precioso, que enriquece a todos, que nunca se puede dar por descontado, que construye el ser juntos una gran familia; con una palabra o un gesto, con la generosidad de quien pone a disposición su tiempo o las propias cualidades, con apoyo y compañía en la discreción de lo cotidiano.
Así, en la cercanía, en la fe y la caridad, en el compartir y el ayudarse en las dificultades del alma y del cuerpo, somos Iglesia.
En nuestra casa, en nuestra tierra, en Panamá, somos Iglesia diocesana. Dios nos guarde en ella, nos permita ser perseverantes, nos enseñe a amarla, a ayudarla y a ayudarnos a ser y a vivir. Y que en el seno de esta gran familia de la Iglesia Arquidiocesana, Jesús Sacramentado nos dé la gracia de la verdadera comunión, de permanecer siempre juntos, cada día y todos los días. Somos Iglesia 24-7 (veinticuatro siete).
Por eso, los invito a intensificar el “sentido gozoso de pertenencia” y dar gracias a Dios por formar parte de esta Iglesia. Los invito a renovar el amor a la Iglesia, amarla con un amor lleno de obras, especialmente para quienes más lo necesitan.
San Agustín, el influencer de su tiempo
Hoy también nos ilumina, además de la Palabra de Dios, la memoria que en la Iglesia universal se celebra: la Fiesta de San Agustín.
En el siglo III y IV d.C., período de tiempo en el que vive San Agustín, el medio de comunicación más corriente era el oído-boca, es decir, escuchar y contar; y para ciertas personas que sabían leer y escribir, los libros. Agustín utiliza ambas maneras para relacionarse con su audiencia. Según algunas fuentes, producto de estos encuentros son los 113 libros, 247 cartas y más de 500 sermones.
Actualmente se denomina “influencer”, a todas aquellas personas que poseen una gran habilidad para comunicar y atraer a la audiencia, además de tener una gran capacidad para generar contenidos de forma constante. Suelen ser personas creativas, originales por algo. Acumulan seguidores que quieren conocer todo lo que ellos piensan, promocionan y hacen. A través de videos, fotos y comentarios que realizan por las redes sociales captan el interés, ya que muestran ideas estupendas de manera original.
Teniendo en cuenta lo que es un influencer, parece ser que San Agustín lo fue en su tiempo y ha continuado siéndolo a través de los siglos. ¿Por qué?, porque sus reflexiones, ideas y creencias han influido en la configuración de la cultura cristiana, y porque es uno de los personajes más citados de la historia de la humanidad.
Miles de personas, hombres y mujeres, han transformado su existencia a partir de la experiencia de vida y de fe del santo, en especial al haber leído el libro de las Confesiones. Asimismo, muchas instituciones educativas, culturas, caritativas, han nacido al amparo de su pensamiento.
Recordamos algunas de las cosas que contesta San Agustín a los que le preguntan. Por ejemplo, cómo encontrar la felicidad verdadera y sin fin. Respuesta: “Únete y ama a Dios, que es el eterno y verdadero amor”.
¿Y cómo se sabe que se ama a Dios y, por lo tanto, se está en el buen camino de la felicidad verdadera y sin fin? Respuesta de San Agustín: “El amor y cuidado que se otorga a los demás manifiesta, de manera concreta y segura, el amor que se tiene a Dios, pues Dios habita en cada uno de los seres humanos. Definitivamente, el amor a Dios y a los demás, no se pueden separar”.
Se hace presente en este momento la famosa expresión que San Agustín dirige a todos sus seguidores y que se ha hecho viral desde que la pronunció: “Ama y haz lo que quieras”.
Para todos aquellos que desean hacer lo que quieren, lo que les dé la gana para ser felices, “el influencer San Agustín” les dice que sí, que lo hagan. Ahora bien, no olviden que tienen que realizarlo guiados por el amor a los demás, el respeto a la naturaleza, el cuidado de la casa común y el cumplimiento de los derechos humanos. Solo así conseguirán la felicidad que tanto ansían.
Agradecemos a los medios de comunicación católicos y las redes de estos medios, que han sido el medio y el ámbito para expresar el sentido de comunión eclesial, para colocar los diversos mensajes que se prepararon y las actividades realizadas durante este tiempo de pandemia. Cada uno desde su parroquia y con sus medios ha hecho posible que este tiempo se haya podido vivir con esperanza. Reconocemos que los medios de comunicación han sido y son un lugar de “encuentro” como fieles de la Iglesia Arquidiocesana.
Somos también una diócesis en salida, “una diócesis enviada”, y la Iglesia en salida, es enviada y es misionera. Por eso, la Arquidiócesis de Panamá, como se subraya en el plan pastoral, debe seguir una de las cinco prioridades: Ser una Iglesia en estado permanente de misión, de salida. “Enviados a compartir la vida y la esperanza”.
Los 50 años Cita Eucarística
En este contexto nos hemos reunidos para celebrar los cincuenta años de este evento eclesial que durante 23 años fue presidida por su gestor -el muy querido monseñor Marcos Gregorio McGrath; y por 16 años nos acompañó monseñor José Dimas Cedeño Delgado.
Si bien es cierto que el iniciador de este importante evento de la Iglesia de Panamá, fue el Arzobispo Metropolitano, monseñor Marcos G. McGrath, vale la pena mencionar que una persona laica la había sugerido que sería bueno tener una vez al año una misa para toda la ciudad. Esa persona fue la Profesora Rosamérica de Vásquez.
La primera Cita Eucarística se llevó a cabo el 13 de junio de 1971, pocos días después de la desaparición del P. Héctor Gallego.
También es bueno recordar otra consideración, el sustento eclesial y pastoral que inspiró este Cita, y fue de la Teología de la ciudad. Donde el teólogo José Comblin, estaba reflexionando, se trajo a Panamá, y el sábado anterior a la Cita, ocho días antes dio su charla en la pequeña sala de la Iglesia de Guadalupe y estuvo presente el Padre Héctor Gallego, que vino de Santiago y de Santa Fe para estar en la charla. Terminada la charla comenta monseñor Marcos se quedó conversando con él tratando de convencerlo de que no regresara a Santa Fe porque le habían quemado su choza, y era mejor que se quedara en Santiago con monseñor Legarra, pero él insistió y ocurrió lo que ocurrió.
Así es como se preparó y se lanzó la primera Cita y se tomó la determinación de decir a los sacerdotes por carta circular que todos asistieran y que se suprimiera la misa hasta las 10 de la mañana.
La primera Cita tuvo el ambiente muy tenso por el caso de Héctor, lo que le agregó más interés, si puede pensarse en la asistencia.
Pero fue muy bella la primera Cita; les gustó a todos, comenzando así la tradición. En el 72, debido a la tensión existente en torno al caso Gallego, hubo renuencia para prestar el gimnasio. El famoso atleta basquetbolista panameño Eugenio (Yuyín) Luzcando consiguió que se prestara el gimnasio para poder realizar esta segunda Cita.
Cada año había un tema fundamental, que se lanzaba con la Cita Eucarística y era el tema después de las diversas campañas de Promoción Arquidiocesana y de Evangelización, de Misión, etc.
La Cita Eucarística pronto empezó a realizarse fuera de la capital. En La Chorrera se tuvo una y las otras diócesis empezaron a tenerla también. La primera diócesis que tuvo una Cita Eucarística fuera de la Arquidiócesis fue la Diócesis de David el año 75, el Año Santo.
Una gran colaboradora en la organización de la Cita fue la Hermana Margarita Moreno, quien desde los comienzos se incorporó al equipo organizador; fue ella quien, por encargo del Arzobispo Metropolitano, hizo el primer esquema para poner en marcha la primera Cita, concibiendo las funciones de los diferentes comités y dándole forma a las ideas que habían sido expresadas.
Se hablaba de una idea fuerza para el lema, que se tomó de la Jornada Mundial de la Paz de ese año: “TODO HOMBRE ES MI HERMANO” y en torno a ese tema se trabajó toda la motivación.
Se integró un equipo de trabajo, que ha ido creciendo a lo largo de los años, quienes han perseverado hasta ahora.
Desde el primer momento la Adoración Nocturna jugó un papel importante como grupo de apoyo. El P. José Sentre, claretiano, fue director espiritual de la Cita. Entre los grupos que dan apoyo a la Cita, están las Muchachas Guías, desde un primer año dieron su contribución. También el Club de Jardinería, en el arreglo del gimnasio; los Bomberos en la parte musical y en la parte de la seguridad.
Algo muy importante ha sido el espíritu de unidad con que se ha trabajado en el Comité, en el que la comunicación ha predominado.
A 50 años de la Cita Eucarística, quiero reiterar lo que dije en mi homilía de toma de posesión como arzobispo: “Al recorrer la historia de nuestro caminar como Iglesia Arquidiocesana, es obligante agradecer al Señor lo que somos como Iglesia y a todos los que, con su entrega y sufrimiento, han abonado esta querida tierra panameña”.
Al irse instituyendo como un momento cumbre de nuestro calendario religioso, la Cita Eucarística se ha ido relacionado cada año a los demás eventos de la Iglesia y a los mensajes y orientaciones que con su lema animan al Pueblo de Dios.
Así la Cita Eucarística, en cada ocasión, ha revitalizado al pueblo panameño, durante estos cincuenta años en circunstancias muy concretas de la vida nacional. En 1971, “Todo hombre es mi hermano; en 1976, “Cristiano la Iglesia eres tú, Si quieres la paz defiende la vida”, En 1990, recién pasada la invasión, cuando nuestros corazones y las miradas de los panameños reflejaban dolor y expectativas, nuestro lema fue “Caminamos y compartimos en Esperanza”; a fin de superar las dificultades que se nos presentaron en la tarea de reconciliación y reconstrucción del país.
Y en este año 2021, cuando nos vemos sumido en medio de la pandemia reconocemos que, desde nuestra fe, la “Eucaristía es constructora de comunidad”.
La Cita también cumple 50 años de celebrarse consecutivamente y continuamos con Jesús Eucaristía reafirmando nuestra fe como comunidad, como hermanos en la presencia real del Señor con este sacramento. Su acción continua en su Iglesia ha servido para ayudarnos a tomar conciencia de ser pueblo de Dios comprometido a seguir a Cristo para convertirnos en fermento de nuestra sociedad panameña.
Gracias a las televisoras nacionales: TVN canal 2, a Telemetro, SERTV, Nextv y FETV, que han hecho posible no solo la transmisión de la Cita Eucarística sino de la misa dominical.
Nueva estructura pastoral
Siendo fiel al espíritu del Concilio y de la Conferencia del Episcopado Latinoamericano y Caribeño reunido en Aparecida, que nos invitan a una conversión pastoral y a renovar las estructuras caducas, hemos creado una serie de Zonas Pastorales, para que el anuncio de la Buena Nueva llegue a cada rincón de la Arquidiócesis de Panamá.
Esta nueva estructura pastoral está constituida por: La Zona Pastoral “Santa María la Antigua”, la Zona Pastoral “Cristo Redentor”, la Zona Pastoral “San Francisco de Paula”, la Zona Pastoral “Nuestra Señora del Carmen” y una próxima Zona Pastoral “Área Misionera” conformada por el Archipiélago de las Perlas, la Isla de Taboga y el Distrito de Chimán.
Aprovecho este encuentro para presentar la Zona Pastoral “Santa María la Antigua” y sus responsables: El Rvdo. P. Alejandro Goulborne como Delegado Episcopal, y a los Párrocos coordinadores de las Vicarias de esta Zona: Vicaria Santa Eduviges, P. José Quezada; Vicaria La Merced, P. Carlos Villanova; Vicaria Cristo Rey, P. Manuel Ríos; Vicaria La Asunción, P. Alejandro Goulbourne.
La razón de estas estructuras es una mejor organización, para incrementar la comunión eclesial y responder a la urgencia de una pastoral renovada, que permita descentralizar los distintos servicios de nuestra Arquidiócesis.
También nos ayudaran a potenciar más el sueño plasmado en el Plan Pastoral de formar “una comunidad mucho más fraterna”, donde cada bautizado pueda ejercer su corresponsabilidad de construir el Reino de Dios, respondiendo a esa Sinodalidad que llama el Papa Francisco.
Renovar la estructura de nuestra Arquidiócesis era imperativo. Tenemos dos provincias civiles -Panamá y Panamá Oeste- con una población estimada en más de 3 millones de habitantes. Este crecimiento demográfico demanda un mayor atención y acompañamiento pastoral y espiritual. La estructura por zona pastoral hará accesibles los servicios canónicos y administrativos que presta la Curia Metropolitana del Arzobispado.
¿Es suficiente la renovación de las estructuras? No es suficiente, es necesario un cambio de mentalidad y de corazón para que esta renovación la anhelemos, la asumamos, la queramos y la vivamos en el espíritu del documento de Aparecida y del sentir eclesial de la Evangelii Gaudium y del corazón de este servidor y de todos ustedes.
Estamos iniciando estos cambios, que llevan tiempo; pero es fundamental nuestra buena disposición, alegría, entusiasmo, estudio, conocimiento de lo que se desea. Motivarnos unos a otros para que esta renovación pastoral empiece desde el corazón.
¿Qué etapas conlleva la actual renovación pastoral? La primera etapa es la reorganización de las Vicarias y Zona Pastoral. La segunda, el establecimiento e inicio del funcionamiento de la Zona Pastoral. La tercera, crear los Consejos Pastorales y Económicos en todas las parroquias, fortaleciendo la renovación e implementación del Plan Pastoral Arquidiocesano a través de los Encuentros de Pastoral por Vicaria y a nivel Zonal.
¿Qué es una Zona Pastoral? Es un territorio, suficientemente amplio, conformado por diversos ambientes humanos, con características comunes en lo geográfico, social, cultural, etc., agrupa un cierto número de Vicarias con sus respectivas parroquias.
Hemos puesto al frente de cada Zona Pastoral a un Delegado Episcopal, que actuará en nombre del Arzobispo, tendrá a algunos presbíteros más de cerca a la responsabilidad Episcopal, para que asuman algunas de las tareas que son encomendadas por el Obispo.
Los Delegados Episcopales están llamados a multiplicar la presencia y los cuidados pastorales del Obispo en el territorio o en los campos que les son encomendados.
Permítanme compartir con ustedes -presbíteros, diáconos, vida consagrada y especialmente ustedes queridos laicos- la creación de las cinco Zonas Pastorales y las funciones del Delegado Episcopal.
Funciones del Delegado Episcopal de Zona:
Su función es eminentemente pastoral, de tal manera que le vincula de una forma peculiar al obispo, ya sea directamente, ya sea a través de sus colaboradores inmediatos, en particular el vicario general y los vicarios episcopales. El sacerdote responsable pastoral de una zona será necesariamente un coordinador, un orientador y un animador de todo el trabajo pastoral y apostólico.
Entre sus principales funciones están, facilitar a los sacerdotes, a los religiosos, a las religiosas y a los laicos una reflexión y una búsqueda en común del proceso evangelizador de la zona.
Estará muy atento -junto con los vicarios coordinadores y el equipo zonal- a la realidad social y religiosa de la zona; mantendrá una observación permanente de los grupos humanos y de los hechos colectivos. Colaborará en la elaboración de las grandes líneas de la pastoral diocesana, hacia cuyos objetivos hará que concurran en la zona las múltiples tareas apostólicas, en su diversidad y complementariedad.
Corresponde al Delegado Episcopal de Zona: ser responsable y animador del Consejo sacerdotal; que involucra las reuniones, los retiros sacerdotales a nivel de zona o y colaborar en la aplicación de los programas de formación permanente del clero; estimular por todos los medios la renovación y programación pastoral de las parroquias; estar muy atento a todas las manifestaciones de la vida social y colectiva de la población, promoviendo la creación de alguna “comisión pastoral”, que reflexione al lado del Consejo de zonal y sirviéndose de la ayuda de la Secretaría técnica de la Vicaria de Pastoral.
En íntima colaboración con el Vicario Episcopal para las religiosas, promover la presencia de éstas en la pastoral parroquial y en la vida apostólica de la zona;- promover todas las formas de apostolado laical en la zona, de acuerdo con las directrices diocesanas.
Fomentar la múltiple participación de los laicos en la pastoral parroquial; alentar y orientar experiencias de consejos pastorales y consejos económicos a nivel parroquial y de zona; -secundar en la zona la labor de todos los organismos diocesanos; reunirse oportunamente con los dirigentes de los diversos organismos diocesanos para el estudio del planteamiento y solución de problemas generales y comunes; trabajar en equipo con el Vicario de Pastoral y mantenerse en íntima vinculación con los demás colaboradores inmediatos del obispo; tener informado de una manera permanente al obispo acerca de la vida de la zona y promover siempre la unidad diocesana.
Reapertura del Seminario Mayor San José
La Iglesia Católica en Panamá siente un gozo enorme en este año al conmemorar los 51 años la reapertura del Seminario Mayor San José, y 50 años de la Cena de Pan y Vino.
Con la reapertura del Seminario Mayor San José, se concretizó en forma más estable y permanente el anhelo de contar con un clero nativo. Muchos de nosotros nos fraguamos como pastores en esta casa de formación. Estos cincuenta y un años nos comprometen a asumir con mayor responsabilidad y compromiso el ayudar con la oración y el aporte económico a nuestro Seminario Mayor San José.
Contamos en esta zona pastoral con sacerdotes egresados del Seminario Mayor, a quienes pido ponerse de pie y también a los seminaristas. Querida comunidad estos son sus sacerdotes, los invito a darles un fuerte aplauso. Cada uno de nosotros somos fruto del don de Dios. Sigan orando para que el Señor mande obreros a su mies.
No ha sido en vano tantos esfuerzos por acrecentar el clero nativo, y lo seguiremos haciendo hasta que podamos nosotros devolver al viejo continente sacerdotes misioneros para reavivar la fe a donde le llame el Señor.
Damos gracias a Dios por tantos consagrados, que ha venido a nuestro Panamá a sembrar la semilla del evangelio y que nos siguen acompañando porque todos somos discípulos misioneros del amor y la esperanza.
† JOSÉ DOMINGO ULLOA MENDIETA, O.S.A.
ARZOBISPO METROPOLITANO DE PANAMÁ
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