Homilía Cita Eucarística “María Madre de Misericordia”

Homilía Cita Eucarística “María Madre de Misericordia”

Hermanos y hermanas:

Celebramos nuevamente  nuestra Cita eucarística, en esta fiesta de la Santísima Trinidad, en el año Santo de la Misericordia, convocado por el Papa Francisco, con la esperanza de llevarnos a obtener frutos especiales: una verdadera  conversión y reconciliación; conversión personal y social; reconciliación con Dioscon nuestros hermanos, con nosotros mismo y con nuestra naturaleza.

 

Por eso hoy celebramos el gozo de la fraternidad que nos reúne en torno a la Eucaristía, en esta fiesta del misterio del Dios uno, que conlleva una gran enseñanza y un homenaje a la UNIDAD de tres personas que, siendo diferentes, deja a la intemperie nuestra dispersión, la ruptura del mundo y de las cosas, del ser humano y de las estructuras sociales.  ¿El secreto y el encanto de la Santísima Trinidad? ¡Ni dudarlo! ¡El amor! Tal como dice san Agustín este es un misterio que se entiende mejor con el corazón que con la cabeza… “dame a alguien que ama, y entenderá lo que digo”…

 

Desde el ministerio de Unidad de Dios, podemos entonces entender que como cristiano no puede ser egoísta, pensar solo en nosotros mismo, centrarnos solo en nuestros intereses,  por eso como comunidad cristiana, debemos tener como ideal vivir creyendo y amando a un Dios que es, en sí mismo, una familia. Desde esa actitud podemos entender cuál es la misión de la iglesia.

 

María, Madre de Misericordia, es la inspiración que tiene la Iglesia para ejercer su papel de Madre y Maestra. Madre que congrega y crea fraternidad entre los hijos y Maestra que enseña y acompaña a sus hijos a ser como decía Don Bosco: Buenos Cristianos y honrados ciudadanos.

 

NUESTRA MISIÓN: CONVERSIÓN Y RECONCILIACIÓN

La Iglesia como madre y maestra camina junto a sus hijos, y en ese caminar, qué hace, convocarlos, corregirlos y animarlos a la conversióny la reconciliación y que mejor que este tiempo de gracia que vivimos en este año de la Misericordia, la reconciliación y el Perdón, y en este encuentro donde  nos hemos reunido todos los hijos de la Iglesia.

 

Pero esta misión la Iglesia  lo hace siempre dando testimonio de la inmensa Misericordia de Dios Padre, que siempre nos perdona sin importar qué tan grande sea nuestro pecado, solo hay que tener arrepentimiento de corazón y decisión en no volver a pecar.

 

Ayer como hoy, el corregir y el corregirnos tiene una enorme importancia. Muchas veces no nos percatamos de nuestros errores y es necesario que alguien de fuera nos corrija, pero ¡cómo nos cuesta veces aceptar la corrección¡ Por tanto, corregir y ser corregidos, ambas son cosas que se vuelven complicadas en el diario vivir, pero que son necesarias para cambiar, para sanar heridas.

 

Corregir al hermano, desde la perspectiva cristiana, tiene unas condiciones que nos da Jesús en el evangelio:

Corregir por el bien del hermano. Si corrijo es porque pienso que con ello voy a ayudar a mi hermano a ser mejor.  Corregir algo que es real, no suposiciones; corregir con amor;  corregir con humildad; corregir con claridad pero con delicadeza; corregir sin juzgar  ni condenar.

 

La corrección fraterna ayuda a sanar esas heridas que nos alejan de Dios y de los hermanos. Por eso hermanos en la vida arrepintámonos de muchas cosas, pero nunca de ser honrados y honestos.

NUESTRO LLAMADO A LA CONCIENCIA

Hermanos y hermanas: Las experiencias recientemente vividas han puesto de manifiesto una vez más, cuan alejados están nuestros caminos del Señor. Todos somos conscientes de lo mucho que hay que hacer para construir la paz, para responder a los anhelos de justicia social, de amor y libertad.

 

Tal como nos lo presenta el escritor  Carlos Fuentes en su libro el “Espejo Enterrado”, hoy todos los panameños necesitamos desenterrar el espejo en el que se ha construido nuestra nación y desde allí mirarnos y redefinir que queremos ser como personas y como país.

 

Por eso la sociedad que anhelamos, el Panamá que queremos en esta tierra como hombres e hijos de Dios, requieren reconciliación con nosotros mismos, con nuestros hermanos y en el fondo de nuestro ser, con nuestro Dios. Reconciliación que implica el reconocimiento sincero del pecado que hay en cada uno de nosotros.

 

Para dar ese paso hemos de hacer un examen de conciencia y reconocer que somos una sociedad enferma, con una urgente necesidad de sanar y salvar el alma nacional. 

 

En esta oportunidad deseo enfatizar en un aspecto que incide mucho en el ambiente social, como son las redes sociales y los medios de comunicación social. Bastante hemos hablado de todo los hechos noticiosos que han ocupado y ocupan los grandes titulares, pero es hora de que hablemos de la responsabilidad que cada uno tenemos, especialmente frente al buen uso de las redes sociales.

 

Hablamos mucho del clima de inestabilidad, de desesperanza que hay en el país, pero ¿quiénes ayudan a caldear esos ánimos? No podemos seguir siendo como  “papagayos cibernéticos” repitiendo y  retuiteando cuantos insultos o mensajes negativos, o desinformaciones que a algunos se les ocurre colocar en las redes.

 

Tampoco podemos rasgarnos las vestiduras por la corrupción y las inmoralidades de los actos que ocurren con figuras públicas y políticas y sin embargo por otro lado, en los medios de comunicación promovemos contenidos que ponderan actos similares y degradan la dignidad humana, el verdadero sentido de la familia y del amor.

 

Si queremos salvar a Panamá de la inmoralidad, de la corrupción, de la inmundicia humana, es necesario que adoptemos una  actitud coherente y consecuente, en nuestros discursos y actos.

 

Frente a estas realidades cabe ciertamente una gran responsabilidad al Estado y a nosotros como Iglesia, y como cristianos,  sobretodo la co-responsabilidad de todos y cada uno de los ciudadanos que deben ser no solo el objeto de las leyes vigentes sino también sujetos de su aplicación y eficaz cumplimiento.

 

Esto supone entonces más allá de las leyes propiamente dichas, de una responsabilidad moral de todos como ciudadanos donde las palabras, las críticas y las propuestas estén respaldados por hechos y actitudes coherentes.

 

Gracias a Dios, a pesar de todo, hay esperanza. En nuestro acompañamiento al pueblo panameño, hemos tenido la oportunidad de escuchar a algunos sectores tanto de trabajadores,  de la empresa privada, de organizaciones de la sociedad civil, como a nuestros agentes de pastoral en la Iglesia, que coinciden que estamos a tiempo para redimensionar el destino de nuestro país. Todos están dispuestos a participar de espacios de encuentro para el diálogo y el consenso que permita definir el “Panamá que todos queremos”, despojándonos de los intereses personales y particulares.

Sigamos poniéndonos la camiseta de Panamá—porque Panamá no es lo que se ha querido vender en estos meses—Panamá y los panameños es gente  trabajadora, honrada, donde la gran mayoría nos ponemos con orgullo la CAMISETA de PANAMA, de forma gratuita, porque amamos a nuestro país.

Queridos hermanos: Hay tantas cosas buenas en “este pequeño y gran” país.

Es verdad estamos viviendo una etapas difíciles pero recordemos cuántas épocas buenas también hemos vivido a lo largo de nuestra historia. No obstante, si la actitud, conductas y comportamientos son negativos, las cosas aún se pueden ver mucho más difíciles… A veces somos especialistas en ver las cosas negativas y las magnificamos, y por el contrario las cosas buenas las minimizamos que casi las hacemos imperceptibles.

Quienes no hemos tenido la experiencia cada vez, que llegamos a nuestras comunidades campesinas, hay algo que hace que nuestras “baterías” se recarguen y es que ese campesino humilde, que a pesar de sus problemas (pobreza ), te saluda y no sólo con un simple “Buenas…”, sino con un “Buenas Tardes…”, con un apretón de manos, esas manos rústicas que trabajan la tierra y además te pregunta: “…¿Cómo le ha ido?, ¡Qué’s de la familia?. Sé que en muchas partes de nuestro país hay gente buena y trabajadora, que no tiene “agendas ocultas”, que cree en la vida y en que las cosas pueden ser mejores, si todos y todas aportamos nuestra parte…, eso es hacer patria.

Ojalá que ponderemos todo lo maravilloso de nuestra patria, que recordemos nuestra tierra que nos vio nacer, no para ser regionalistas sino para que sostenidos en nuestras raíces sumemos nuestro interés y esfuerzo, sin importar si soy coclesano, santeño, herrerano, chiricano, colonense, bocatoreño, darienita – para procurar el bienestar, el desarrollo y progreso de nuestro país.

 

JUSTICIA E INSTITUCIONALIDAD

Nuestra propuesta para enfrentar los males sociales lo hacemos a la luz del evangelio. Todas nuestras acciones deben tener como centro a la persona humana y el bien común. Nada puede estar por encima de esto, ni las estrategias políticas, ni las alianzas económicas, ni las posibles respuestas sociales.

El fortalecimiento de la institucionalidad, la transparencia, la justicia, para que sean efectivas, exigen tener como parámetros a la persona y el bien común.

Como hemos insistido, lograremos credibilidad en la medida que absolutamente todas  las denuncias de corrupción sean investigadas, a fin de conocer la verdad total, sin parcializar los hechos. Todo esto respetando el debido proceso. El pueblo quiere tener la certeza  del castigo para recuperar la confianza y la credibilidad en la institucionalidad y en el sistema judicial.

 

Si no erradicamos las raíces que sostienen la corrupción, hoy podemos meter a los corruptos a la cárcel, pero mañana quizá seamos nosotros los próximos corruptos que estaremos frente a los tribunales.

No se trata solo de perseguir y encarcelar se trata de recuperar la ética y moralidad, que nos lleve a entender profundamente que todo acto tiene sus consecuencias, que el mal nunca puede vencer al bien y que lo oculto siempre saldrá a la luz. La  Iglesia seguirá llamando a una conversión, porque el Dios de la Misericordia siempre está disponible para perdonar.  Muy bien lo ha expresado el Papa Francisco: “el Señor no se cansa de llamar a las puertas de los corruptos. La corrupción no puede contra la esperanza”.

 

CONSTRUIR EL PROYECTO DE ESTADO

El Santo Padre señaló que “el futuro de la humanidad no está únicamente en manos de los grandes dirigentes, las grandes potencias y las elites.  Está fundamentada en manos de los pueblos; en su capacidad de organizarse y también en sus manos que riegan con humildad y convicción este proceso de cambio”.

En Panamá necesitamos proyectos de Estado, no de gobiernos, donde sea posible:

  • Ninguna familia sin vivienda.
  • Ningún campesino sin tierra.
  • Ningún trabajador sin derechos.
  • Ningún pueblo sin soberanía.
  • Ninguna persona sin dignidad
  • Ningún niño sin infancia.
  • Ningún joven sin posibilidades.
  • Ningún anciano sin una venerable vejez.

Contamos con los hombres y mujeres capaces de hacer esto realidad y están ahí en espera de una oportunidad. Hoy les digo no permitan que unos pocos paralicen el accionar de los muchos. Asuman su derecho a construir y dirigir sus propios destinos.

SI A LA EDUCACION SEXUAL POSITIVA Y PRUDENTE

Una vez más deseo denunciar y desmentir a quienes, por ignorancia o mala voluntad, continúan diciendo que la Iglesia católica se opone a la educación sexual.Esto no es verdad y lo hemos repetido en numerosas ocasiones.

Hace ya más de 50 años el Concilio Vaticano II defendió el derecho de los niños y adolescentes a la educación, incluyendo una educación sexual positiva y prudente, adecuada a su edad y de acuerdo al progreso de la psicología, de la pedagogía y de la didáctica (Declaración Gravissimum educationis sobre la Educación cristiana, 1).

Y más recientemente lo ha reafirmado el Papa Francisco en su Exhortación apostólica “La alegría del amor sobre la familia” (280-286),  dejando claro además que la educación sexual debe ser entienda en el marco de una educación para el amor, cuidando un sano sentido del pudor, que no se reduzca a simple información o a recomendaciones para “cuidarse y practicar el sexo seguro”, e incluya el respeto y la valoración de las diferencias del modo de ser masculino y femenino.

La Iglesia, los católicos, no nos oponemos a un proyecto de ley sobre educación sexual, nuestro interés es aportar en su elaboración. Seguimos firme en la  defensa del derecho primordial de la familia en la educación de sus hijos, en la concepción integral y no reduccionista de la sexualidad.

Esta ley debe contemplar la implementación de políticas que propugnen la protección de los menores, la no discriminación de las adolescentes embarazadas, el castigo de los adultos que cometen delitos de abuso de menores y violación, y eviten  la difusión de la pornografía y la promiscuidad, fruto de la pobreza y la falta de viviendas dignas.

NUESTROS HERMANOS MIGRANTES

Panamá ha sido testigo de una de las tragedias más impresionantes, como es la migración irregular, que expone a mujeres, niños, y hombres a ser presas de la trata humana, de la violencia, del tráfico de drogas y la violación de sus derechos más fundamentales.

Es contradictorio, somos muy sensible -y que bueno que sea así- ante el dolor de un animalito y seamos indiferentes al dolor de un ser humano, del que está próximo. Como Iglesia no podemos callar ante esta crisis humanitaria, que desgarra el alma de muchos pueblos por la violencia, por el olor a muerte y hambre que se respira y cuyos hermanos huyen desesperadamente por encontrar una  luz de esperanza en otras regiones o países.

 

“El fenómeno de la migración no puede ser resuelto únicamente con medidas legislativas, o adoptando políticas públicas por buenas que sean y mucho menos únicamente con las fuerzas de la seguridad y del orden”. La solución pasa por una transformación cultural y social, y el paso de una “cultura de la cerrazón” a una cultura “de la acogida y el encuentro”.

La Misericordia de Dios nos llama a cada cristiano a ser vida esa obra de la misericordia que nos invita a acoger al extranjero. No seamos indiferentes.

AMPLIACIÓN DEL CANAL DE PANAMÁ 

Próximamente nuestro país será testigo de otro acontecimiento histórico, como es la inauguración de las esclusas que amplían el Canal de Panamá. Ante este acontecimiento, no podemos perder la memoria histórica de lo que ha representado esta obra maravillosa, no solo para la humanidad, sino para todos aquellos que la erigieron con sudor y sangre.

Honrar honra y por eso debemos recordar con reverencia a nuestra juventud que defendió la soberanía nacional, a los trabajadores de tantas nacionalidades, especialmente aquellos procedentes de las Antillas.

Anhelamos que esta ampliación del Canal sea el inicio de mejores días para los panameños, en especial para aquellos que aún continúan en la pobreza y la exclusión de las riquezas que genera el Canal de Panamá.

ENVIO DE LA DELEGACION PANAMEÑA A LA JMJ

Con mucha alegría en esta eucaristía solemne realizaremos el envío de la delegación Arquidiocesana para la Jornada Mundial de la Juventud, que tendrá lugar en Cracovia, Polonia, tierra de nuestro amado San Juan Pablo II. Ahí se hará presente la Iglesia Panameña con una delegación de 400 personas de las diócesis del país.

Ustedes jóvenes son la revolución de la Iglesia, el rostro joven y alegre, que nos da esperanza y vitalidad. Al igual que el Papa Francisco, les animo a seguir haciendo lío, pero el lío de la Gracia que Dios ha hecho en su vida y puedan compartirla con los demás.

JUBILEO DE DIÁCONOS

En esta celebración, también hemos querido realizar el Jubileo de los Diáconos Permanentes, un ministerio de servicio que está en un proceso de renovación y conversión en nuestra Iglesia.

 

Quiero agradecerles a los diáconos la disponibilidad de darle un SI a Dios, así como a sus esposas e hijos. Este es un ministerio que no se puede realizar jamás sin la compañía de la familia. Por eso, su primer servicio es en atención a sus seres queridos, su fidelidad a la vida conyugal y  a su responsabilidad como padre de familia, siendo animador de la vida cristiana entre ellos. Hoy reconocemos  y agradecemos a los primeros diáconos ordenados en Panamá Everardo Montenegro, Juan Arcia y Modesto Contreras.

LOS 100 AÑOS DE LA APARICIÓN DE LA VIRGEN FÁTIMA 

A partir del 13 de mayo, fiesta de Nuestra Señora de Fátima, iniciamos el camino jubilar para celebración de los cien años de la aparición de la Madre de Dios en Portugal a tres niños: Lucia, Jacinta y Francisco.

Con motivo de este Jubileo se ha dispuesto una imagen peregrina de la Virgen de Fátima que recorrerá diversos lugares del mundo y que estará en Panamá para el mes de octubre. Lo importante es que durante este jubileo podamos aceptar su invitación a la oración, a la penitencia y a la conversión.

CONTINUA EL PLAN PASTORAL

Podemos manifestar con gozo que la Arquidiócesis continua poniendo en práctica su nuevo Plan pastoral, que va más allá de programas y papeles. Pretendemos que sea un instrumento para la conversión pastoral que nos permita responder a las necesidades de nuestro pueblo.

La meta del Plan pastoral para el 2016, nos invita a valorar nuestra identidad humana y de fe como personas y como comunidades fraternas y reconciliadas. Cada mes a través de las “acciones significativas” buscamos expresar la comunión, con especial atención a los alejados.

En mayo la acción significativa es entregar una imagen del Padre de la misericordia a cada  parroquia, y por eso invito a desplegar los banners. Queremos que en las comunidades parroquiales puedan impulsar la distribución y colocación en casas, ventanas, escuelas, instituciones imágenes similares. Panorama Católico de este domingo tiene una imagen de Jesús de la misericordia, completamente gratis, patrocinada por la Campaña Arquidiocesana.

Queremos invitarles a desplazar el dolor, la impotencia, el odio, el rencor, para darle paso en nuestro corazón, al perdón, la paz, la serenidad y el amor. Y para esto no estamos solos. Invoquemos a nuestro Señor diciendo: Jesús, en Ti confío.

AMEN.

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Su Excelencia Reverendísima Monseñor José Domingo Ulloa Mendieta, O.S.A. Nacido en Chitré, Panamá, el 24 de diciembre de 1956.Es el tercero de tres hermanos del matrimonio de Dagoberto Ulloa y Clodomira Mendieta. Fue ordenado sacerdote el 17 de diciembre de 1983 por el entonces Obispo de Chitré, Mons. José María Carrizo Villarreal, en la Catedral San Juan Bautista de Chitré.

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