Descubrir el gozo jubilar en los descartados de la sociedad

A la distancia, conmovida pero llena de emoción, María se asomaba desde una esquina de la calle que conduce al Centro de Orientación y Atención Integral San Juan Pablo II. Vestida con un jean corto y una blusa sencilla, preguntó en lengua de señas a uno de sus compañeros que participaba en la Misa: “¿Estás orando? Reza mucho por mí y dile que ¡Él está en mi corazón todos los días!”.
No pudo resistirse. Tras asomarse por tercera vez, María, con lágrimas en los ojos, se unió a la celebración. Y es que ese domingo 16 de marzo, en medio de la calle, el arzobispo de Panamá, monseñor José Domingo Ulloa Mendieta, celebraba el Jubileo de Hombres y Mujeres de Calle y la apertura de la Puerta Jubilar del Centro San Juan Pablo II, en el barrio popular de Calidonia.
En su mensaje, el arzobispo fue claro en su llamado a abrir las puertas del corazón para que, a través del contacto con los hombres y mujeres en situación de calle y con los migrantes, podamos descubrir, como los Apóstoles Pedro y Santiago, el verdadero rostro de Jesucristo en ellos.
La misericordia como compromiso diario
Además de explicar que la misericordia de Dios no es un sentimiento pasajero, sino un compromiso diario con los más vulnerables, al contextualizar su mensaje en este tiempo de Cuaresma, en evidente alusión a la lectura del domingo, preguntó: ¿Cómo transfiguraremos el rostro de Jesús en esas caras de los que viven en la calle? ¿Cómo será nuestra propia transfiguración?”.
Advirtió monseñor Ulloa, que muchas veces pasamos junto a los necesitados sin detenernos. “Existen personas que nunca miran a los ojos cuando hablan”, agregó al tiempo que, subrayó este es el reto de la Cuaresma y del Año Jubilar: aprender a leer los rostros de quienes sufren y reconocer en ellos a Cristo.
Un Centro de misericordia y esperanza
El Centro San Juan Pablo II es un refugio para quienes buscan alimento, acompañamiento y esperanza. Tras la apertura de la Puerta Jubilar, ahora se convierte en un espacio sagrado donde sus voluntarios y benefactores podrán obtener la Indulgencia Plenaria que la Iglesia concede en este año de gracia.
Sobre las más de 73 obras de misericordia de la Iglesia católica en Panamá, que permite que los descartados de la sociedad puedan experimentar la dignidad de hijos de Dios, destacó monseñor Ulloa, que una obra de misericordia “es mucho más que un acto filantrópico, es fruto de la fe y del encuentro personal con Cristo en ese rostro de quienes sufren”.
El director del Centro San Juan Pablo II, Ariel López, expresó su alegría por la designación de ser un espacio Jubilar e invitó a la comunidad a compartir con los habitantes de calle y adultos mayores del albergue, para obtener la indulgencia plenaria. También pidió la colaboración de personas de buena voluntad con insumos esenciales como: medicamentos, alimentos y sillas de ruedas para estas personas.
La celebración contó con la presencia del Pbro. Adrián Alonso, capellán del Hospital del Niño; el P. Mario Jeremías, de la Congregación de los Misioneros de San Carlos, Scalabrinianos y el diácono Fernando Juárez.
También participó la ministra de Educación, Lucy Molinar, en ocasión del inicio del año académico 2025, momento propicio en que el arzobispo Ulloa, aprovechó para expresar “fervientemente deseamos que este año escolar inicie cargado de expectativas positivas por el futuro de los niños, adolescentes y jóvenes que llegan a las escuelas con sus corazones llenos de esperanza, encuentren las aulas de clases en óptimas condicione”.
El inicio del año escolar o cualquier ciclo de actividad siempre está lleno de expectativas, con mayor razón porque es el proceso de siembra de esperanza, de ilusión y de optimismo, dijo el arzobispo Ulloa, que los educadores han de perseverar en su vocación, porque ustedes son sal y luz para los estudiantes, sus familias y toda la sociedad”.