Homilía del Día de Oración a un año de la JMJ 2019
Homilía Día de Oración por la
Jornada Mundial de la Juventud Panamá 2019
Lunes 22 de enero de 2018 / Parroquia San Juan Bosco – Pedregal
Iniciamos este día de Oración por la Jornada Mundial de la Juventud, invocando la intercesión de uno de los santos patronos de este encuentro juvenil –nuestro querido San Juan Bosco, al inicio de su novena- y de la Virgen María en su advocación de Fátima, que siempre ha acompañado a este querido pueblo panameño.
Hoy estamos exactamente a un año de celebrarse en nuestro país la JMJ, y ya queremos que lleguen esos días en los que miles de jóvenes de todo el mundo testimoniarán su fe acompañando al Santo Padre durante una semana alegre y de recogimiento al mismo tiempo.
Porque esos serán días de oración, de encuentro con el otro, de escucha atenta a la Palabra de Dios, que no solo vivirán los peregrinos, sino todos aquellos que estaremos entorno a este evento juvenil, ya sea en persona o desde la distancia gracias a las posibilidades de los medios de comunicación y las nuevas tecnologías. Pero todos estaremos unidos con el corazón abierto a la escucha y la contemplación, rezando por los enormes frutos que el Espíritu Santo derramará aquí en Panamá.
Por eso los invito a prepararnos a vivir esta jornada desde una perspectiva más contemplativa, integrando la oración de una manera más intensa en nuestra vida cotidiana. Cuidando de manera serena e íntima el lugar que Dios ocupa en nuestra vida.
Esto significa cuidar el fondo de nuestro corazón para dejar que allí repose cómodamente Dios. Eso no solo nos ayudará a mantener la conciencia clara de que Dios vive en mí y yo en Él, sino que nos hará entregarnos a los demás con una mirada nueva. No hay nada más agradable que sentir vivamente en lo profundo de uno mismo la presencia de Dios.
La oración es la llave que abre nuestro corazón y nuestra alma al Espíritu Santo; es decir, a su acción transformadora. Al orar permitimos a Dios actuar en nuestra alma -en nuestro entendimiento y nuestra voluntad- para ir adaptando nuestro ser a Su Divina Voluntad. (cfr. Catecismo de la Iglesia Católica #2825-1827)
La oración nos va descubriendo el misterio de la Voluntad de Dios. (cfr. Ef.1, 9) La oración nos va conformando a esa forma de ser y de pensar de Dios: nos hace ver las cosas y los hechos como Dios los ve. Si perseveramos en la oración, podremos ver el mundo con los ojos de Dios.
La oración nos va haciendo cada vez más “imagen de Dios”, nos va haciendo más semejantes a Cristo.
Oremos intensamente para que sea Él el auténtico y único protagonista de nuestra vida y de esta próxima Jornada Mundial de la Juventud.
Oremos para no caer en las tentaciones del mundo, para hacernos fuertes en los momentos de debilidad, de sufrimiento y de aflicción.
Oremos también para alabar y agradecer a Dios por tantas gracias recibidas. Oremos para que podamos ser capaces de ver cómo Dios se hace presente cada día en nuestra vida.
Oremos para caminar unidos a los demás; para sentirnos Iglesia, porque así como la fe es consciente y creciente también debe ser comunitaria, en ambientes donde mi fe alimenta a la del hermano y la del otro, hace germinar la mía. Esperamos que eso sea lo que vivan los jóvenes que llegarán a esta tierra Istmeña buscando descubrir el proyecto de Dios en su vida.
Oraremos para anunciar el Reino a aquellos que no conocen a Dios; para dar esperanza a los que la han perdido, interpelar a los que dudan y dar apoyo a los que lo necesitan.
SAN JUAN BOSCO NOS ACOMPAÑA
Al iniciar la Novena a San Juan Bosco, declarado por San Juan Pablo II Padre y Maestro de la Juventud en el año 1988, con motivo del centenario de su muerte, queremos compartir algunas enseñanzas que nos ha legado su vida.
Ya en su tiempo San Juan Bosco practicaba el ser Iglesia en salida, en busca de la juventud en la periferia, aquella a quienes nadie quería asumir por lo complicado de sus conductas; eran los que llamarías hoy “los niños y jóvenes en la calle”.
San Juan Bosco tenía una visión optimista y humanista de la tarea educativa, que procedía de la espiritualidad de San Francisco de Sales. Estaba convencido de la capacidad de la juventud, por muy estropeado que pueda parecer. Decía que cada joven es capaz de crecer y de construirse como persona.
En su espiritualidad cuentan mucho la presencia de María, el sacramento de la Eucaristía y el de la Reconciliación, que tienen un valor pedagógico indispensable. La meta de la educación es “alcanzar la santidad”, decía Don Bosco.
Estamos convencidos que es un modelo para la juventud por su estilo de vida, alegre y con sentido de la responsabilidad; por la importancia de la amistad, del diálogo cordial y afectuoso; Juan Bosco creía en la cercanía y en dar buenos consejos; era un líder estudiantil, que reflejaba el estudio y la honestidad.
Su amor por la educación, por los niños y los jóvenes, eran evidentes hasta el momento de su muerte.
JUVENTUD EN LAS PERIFERIAS
En esta novena en honor a San Juan Bosco, todos tenemos que orar para que como este santo, podamos traspasar nuestra mirada a los demás, y así hacerles sentir la fuerza extraordinaria de la cruz, pero sobre todo la alegría de la Resurrección.
Debemos rogar para que seamos capaces de llegar a la juventud de ahora, de ser esa Iglesia en salida que busca encontrar en las periferias geográficas a esa juventud excluida de todo aquello que le pueda hacer crecer y desarrollarse; pero también, para salir al encuentro de esa juventud que no le ve sentido a su vida, que se siente huérfana a pesar de tener padres y muchas cosas materiales.
Este es nuestro principal desafío como Iglesia, ayudar a nuestros jóvenes caídos por los pecados de la exclusión, para que se levanten y sea liberados de esas ataduras que le impiden ser protagonistas y constructores de su destino, del destino del país y de la propia Iglesia.
Creativos en la oración
Y ustedes jóvenes, atrévanse a orar, a reconocer que solo no lo pueden hacer, que necesitan del Trascendente para avanzar en sus proyectos de vida, y encontrar la alegría verdadera y permanente.
Cada uno de ustedes deben encontrar su propio modo de orar, según su modo de ser, su sensibilidad y su situación. Lo importante está en volvernos a Jesús, contemplarle y penetrar en su misterio con ayuda de su Espíritu.
Pero, no podemos olvidar que también tenemos que encomendarnos a María, la buena madre que desde hace quinientos años nos ha acompañado en nuestro caminar.
A UN AÑO DE LA JMJ PANAMÁ 2019
A un año de la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud, en Panamá, quiero pedirles que intensifiquemos la oración, dedicando la Hora Santa, la Eucaristía, y nuestros momentos contemplativos personales y comunitarios a los frutos de la Jornada Mundial.
Los sacerdotes, los consagrados y en fin todos los agentes de pastoral, somos trabajadores, operarios del Reino, muchas veces llegamos a la noche cansados por la actividad desplegada. Pero de ahora en adelante, en la Iglesia con la preparación de la Jornada Mundial de la Juventud, se añade además del trabajo ordinario, un extra que implica que se va a trabajar mucho más.
Lo más seguro es que la sucesión de solicitudes, la urgencia de los servicios que debemos prestar, nos pueden llevar a desgastarnos y así desovillar nuestra vida en el servicio al Señor en la Iglesia.
Por eso es necesaria la unidad y la fuerza de la oración de todos, clero, consagrados y laicos, para que al final del trabajo de preparación de la Jornada no quedemos maltrechos e impedir que, sin darnos cuenta, se nos filtre en el corazón un cierto pesimismo difuso que nos lleve a escondernos en “cuarteles de retirada”.
No podemos olvidar que la fuerza del ser humano es la oración y también la oración del humilde es la debilidad de Dios. El Señor es débil sólo en esto: es débil con respecto a la oración de su pueblo.
Usemos el poder de la unidad en la oración para pedir:
1.- Por el fruto de la Jornada Mundial de la Juventud, para que sea un tiempo de Gracia donde se impulse la vida de fe de nuestros jóvenes y se fortalezca el trabajo con ellos.
2.- Oremos por todos los jóvenes, para que su pasión, su grandeza, sus ideales, los pongan al servicio de una sociedad más justa, más humana y más fraterna, según los criterios de Dios.
3.- Oremos por nuestros jóvenes, para que no se dejen llevar por lo más fácil y cómodo, sino que iluminados por la entrega de Cristo, den su vida por Dios y por los hermanos.
4.- Por el fruto espiritual de la Jornada Mundial de Juventud: para que muchos jóvenes respondan generosamente a la llamada del Señor a ser sacerdotes, religiosos, misioneros, laicos comprometidos, matrimonios cristianos y desplieguen así todo su potencial.
5.- Oremos por los jóvenes, para que su alegría, sea un contagio de esperanza para todas nuestras comunidades.
6.- Oremos por todos los jóvenes que están en búsqueda de aquello que pueda orientar sus vidas y darle sentido, para que encuentren “estrellas de esperanza” en su camino que les haga descubrir el gozo de la fe.
7.- Oremos por aquellos jóvenes que viven en familias dividas, en ambientes de riesgo o en situaciones difíciles, para que, en esos sufrimientos, la luz de la fe les haga madurar y desde ahí puedan ser luz para otros.
8.- Por los jóvenes del mundo que viven en países en guerra, con pocas expectativas de futuro: para que la Jornada Mundial de la Juventud ayude a nuestros jóvenes a tomar conciencia y sentir la necesidad de aprovechar e invertir su tiempo en el bien de sus hermanos.
9.- Por los padres cristianos, para que consideren la vocación de sus hijos como un “don” de Dios que genera felicidad y esperanza para todos.
10.- Por todos los sacerdotes y laicos que están trabajando en la preparación de la Jornada Mundial de la Juventud para que Dios les conceda ilusión y alegría y dé fruto a sus trabajos.
11.- Por nuestra Iglesia local de Panamá, para que en sus distintas parroquias y comunidades sepamos trabajar en comunión a favor de la realidad juvenil.
12.- Por las Iglesias y sus pastores, para que sepan acoger los diferentes grupos y movimientos juveniles que, con su fidelidad al Espíritu, la mantienen siempre joven.
15.- Oremos para que todos los jóvenes, descubriendo el ser discípulos y misioneros, estén dispuestos a entregar su vida al servicio de Dios y de los hermanos.
La oración servirá para que todos recemos por los frutos de este encuentro de los jóvenes de todo el mundo con el Santo Padre y para la preparación espiritual de los que participarán, por eso ¿Quieren que muchos jóvenes encuentren a Dios? Empieza ya a rezar.
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