Comunicado Asamblea Ordinaria № 207

Comunicado Asamblea Ordinaria № 207


Los Obispos de la Iglesia Católica en Panamá nos hemos reunido en la primera Asamblea Or-dinaria Anual, entre el 5 y el 8 de febrero de 2018, en la que reflexionamos sobre la realidad eclesial y social del país.  Y, desde nuestra misión de pastores, queremos compartir nuestra palabra iluminada por el Evangelio y el magisterio de la Iglesia.

Manifestamos nuestra gratitud por el acompañamiento durante esta asamblea, de colabora-dores, de trabajadores en los diversos servicios de la Conferencia Episcopal, así como de los especialistas que nos ilustraron en distintos temas de interés eclesial y nacional.

I. REALIDAD ECLESIAL

1. Bienvenida al Nuevo Nuncio
Esta Asamblea ha sido la oportunidad de dar nuestra acogida oficial al nuevo Nuncio Apostó-lico en nuestro país, Monseñor Miroslaw Adamczyk, quien tiene una vasta trayectoria en el servicio diplomático en la Santa Sede.

Monseñor Adamczyk, desde su llegada a nuestro país, el pasado 7 de noviembre de 2017, ha recibido las muestras de calidez del pueblo panameño, que ve en él la figura del Santo Padre Francisco.

2. Jornada de Oración y Ayuno por la paz
Nos unimos a la Jornada de Oración y Ayuno, convocada por el Papa Francisco para el próxi-mo 23 de febrero –primera semana de Cuaresma-, ante las trágicas situaciones de conflictos prolongados en diferentes lugares del mundo, en particular por las poblaciones de la Repú-blica Democrática del Congo y Sudán del Sur.

Exhortamos al Pueblo de Dios, a sumarse a esta iniciativa porque estamos convencidos de la fuerza que tiene la oración, que nos permite no dejarnos robar la esperanza que hace posible, con la ayuda de Dios, lo que parece imposible: dialogar y  reconciliarnos, para encontrar so-luciones eficaces a las presentes crisis de la humanidad.

3. Sínodo de Obispos sobre la Juventud
Nuestra Iglesia ha realizado las consultas entre la juventud, para aportar a la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre el tema «Los jóvenes, la fe y el discerni-miento vocacional», que se celebrará en Roma del 3 al 28 de octubre de 2018.

Asumimos la preocupación del Santo Padre sobre la urgencia e importancia que tiene para la Iglesia escuchar la voz de todos los jóvenes, sin exclusión, católicos o no, para conocer sus anhelos, sueños y desafíos, porque: “Escuchando sus aspiraciones podemos entrever el mun-do del mañana que se aproxima y las vías que la Iglesia está llamada a recorrer». (Papa Fran-cisco, 21 de diciembre de 2017).
En esta asamblea sinodal estaremos presentes a través de Monseñor Manuel Ochogavía B., Obispo de Colón-Kuna Yala y responsable de la Juventud en la Conferencia Episcopal Pana-meña.

4. Jornada Mundial de la Juventud 2019
Agradecemos al Papa Francisco por la confianza manifestada al escoger Panamá como sede de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en enero del 2019.

El Papa Francisco eligió a este país pequeño para hacer también una obra maravillosa para la juventud del mundo, al estilo latinoamericano y panameño, teniendo como modelo central a la Virgen María, quien siendo muy joven asumió el gran proyecto de Salvación de la humani-dad, al llevar en su seno a Jesucristo.

La JMJ ofrece una oportunidad muy especial para darle a la juventud el lugar que merece. Somos conscientes de que ningún proyecto político, social, económico y religioso puede rea-lizarse sin el protagonismo de los jóvenes. Requerimos ofrecerles las oportunidades para que logren llevar adelante las transformaciones que demandan los nuevos tiempos en la sociedad y en la Iglesia. En ellos está el presente y futuro de la humanidad.

Como sede de la JMJ, tenemos la oportunidad de participar con una delegación numerosa, representativa de cada una de las Diócesis. Nuestro reto es salir a las periferias para ir al en-cuentro de los jóvenes panameños, sin distinción de su credo, etnia, clase social o afiliación política. Queremos llegar especialmente a los que están en las periferias existenciales y geo-gráficas. Esta es la misión de la Pastoral Juvenil, que todos debemos apoyar y fortalecer.

Sintámonos comprometidos y protagonistas en este evento de país. Seamos generosos en la acogida a los peregrinos y solidarios con nuestros jóvenes panameños para que puedan par-ticipar.

II. REALIDAD NACIONAL

5.  No renunciaremos a defender el matrimonio y la familia
Con la opinión consultiva realizada a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) por Costa Rica, y las expresiones emanadas de autoridades de nuestro país, un sector minori-tario pretende imponernos a una gran mayoría las uniones de personas del mismo sexo, es-cudados en “seudo derechos” que son impulsados por organismos internacionales promoto-res de la ideología de género, colocándose por encima de la soberanía de los Estados, desco-nociendo nuestra Constitución Nacional y tergiversando nuestras convicciones sobre el ma-trimonio y la familia, que se extraen del Derecho Natural, iluminado por la Palabra de Dios.

Reiteramos lo expresado en nuestro comunicado del pasado julio 2017: “la promoción y la defensa de la institución familiar es una misión y preocupación permanente, no solo cuando está amenazada por sectores que quieren imponer una ideología que va contra la naturaleza humana sino también en las situaciones difíciles para su desarrollo.  Afirmar que la defensa de los valores de la familia es discriminar o que por ello se es homofóbico es distorsionar la verdad.
La familia y el matrimonio se consagran en la constitución nacional, pero, además, anteceden a la religión, al Estado y a sus leyes, “imponiéndose” a ellos, tal cual son, en virtud de su in-trínseca fuerza y belleza. No es una defensa que parte únicamente de la Iglesia sino de toda la sociedad preocupada por la deformación a la que quieren someterla.  Pretender acallar la voz de la Iglesia Católica es absurdo, porque tiene el derecho y el deber, como el resto de la sociedad, de hacerla sentir cuando ve amenazadas células fundamentales de la sociedad, co-mo son el matrimonio y la familia.

La familia, como dice el Papa Francisco en la “Amoris Laetitia”, se ve amenazada por una se-rie de circunstancias que nacen de un cambio antropológico, que condiciona la vida humana en la actualidad. Ese cambio se traduce en una afectividad narcisista, inestable y cambiante; en una mentalidad antinatalista, el debilitamiento de la fe y la debilidad de las familias; y en una serie de problemas familiares que nacen de situaciones de pobreza, falta de educación, vivienda, salud, empleo; abuso y explotación sexual infantil, migración forzada, trata de per-sonas, y una lista de nunca acabar”.

Como creyentes no renunciaremos al derecho de expresar nuestra posición, como lo hace el resto de la sociedad, sobre temas que nos afectan, y lo haremos como siempre en el marco del respeto absoluto a toda persona y de acuerdo a la ley. Por lo que seguiremos defendiendo y viviendo conforme al Plan de Dios para la familia y el matrimonio, según la enseñanza del Evangelio y del bien común.

6. “Di no a la corrupción”
Toda América Latina sufre una decadencia en materia política, afectada por el fenómeno de los paraísos fiscales, la masificación de las cárceles o la falta de garantías para una sanidad social. Así describió el Papa Francisco la realidad de nuestro continente en su reciente visita al Perú e invitó a la Conferencia Episcopal a “no descuidar este mundo de la política”, porque “si caemos en manos de gente que sólo viven para la corrupción, estamos fritos”, a la vez que aclaró que la única arma ante este flagelo no es la denuncia sino también la persuasión.

Hace dieciséis años, nuestra Conferencia señaló: “Hoy hacemos un llamado urgente al sector gubernamental y también a la sociedad civil, para que se logre una definitiva actitud de cola-boración que permita que se esclarezcan las denuncias y se deslinden las debidas responsa-bilidades, en esta ocasión, de verdad, hasta las últimas consecuencias”. (Comunicado de la CEP, enero del 2002). Reiteramos lo dicho entonces.

Por la paz del país, para que la verdad sea conocida sobre la inocencia o culpabilidad de los imputados, y para que los afectados puedan ejercer su derecho al descargo y defensa, es ne-cesario que, al concluir las investigaciones, las audiencias no sean aplazadas con el peligro de que prescriban los casos. Sólo de esta manera se permitirá ir cerrando y sanando las heridas, para llevar al país por los caminos de recuperar la confianza y la credibilidad en las institu-ciones de justicia.

7. Urge escuchar la voz del pueblo
Urge que quienes ejercen autoridad escuchen a los ciudadanos, y que no tomen decisiones basadas en intereses personales y político partidistas.

La economía liberal de mercado, en la que está inserta Panamá, sigue produciendo excesivas ganancias para unos cuantos ante las crecientes masas de pobres cuyo costo de vida se hace cada vez más inalcanzable.

Para revertir esta difícil realidad, es necesario un profundo discernimiento del país que que-remos, analizando las causas que producen los males sociales, con una capacidad crítica para “ver el fondo”, y no actuar por percepciones y opiniones divulgadas en los medios de comu-nicación y/o redes sociales.

La Iglesia puede y debe aportar en la construcción de un mejor país, para recuperar el tejido social en el que la persona humana y el bien común sean la preocupación fundamental. Es urgente que los grupos eclesiales asuman el compromiso de ser “iglesia en salida”, para pre-sentar alternativas, desde nuestros principios y valores.

Qué Santa María la Antigua nos acompañe en este compromiso cristiano y ciudadano de aportar para un mejor Panamá, alentados por las palabras del Ángel Gabriel: “No temas Ma-ría, porque has hallado gracia delante de Dios”.

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La Arquidiócesis de Panamá creada el 9 de septiembre de 1513 es la Iglesia más antigua en tierra firme y madre de las Iglesias particulares existentes hasta ahora en la república de Panamá.