Bicentenario una oportunidad para refundarnos
Estamos culminando el mes de la Patria, un mes lleno de acontecimientos que nos hacen recordar con sano orgullo que, a pesar de las adversidades y de ser un país pequeño, hemos realizado hazañas memorables; que han dejado en grande el nombre de nuestra Patria; que sin importar los regionalismos, si soy coclesano, santeño, herrerano, chiricano, colonense, bocatoreño, darienita, de Panamá Oeste o de los siete pueblos indígenas, cada uno con sus diversidades culturales, que a la hora que todos tenemos que sumar nuestros esfuerzos para procurar el bienestar, desarrollo y progreso de nuestro país, nos colocarnos las misma camiseta: Panamá.
En este contexto de la celebración del Bicentenario de nuestra Independencia de España, nos coloca en una posición de hacer un antes y un después, sin olvidar los principios en que se fundó esta República. Nos urge como país, seguir caminando, y mirar hacia delante, pero con metas fijas, que nos permitan hacer un mejor país.
Estamos en este acto en que se entregará al Presidente de la República, el informe sobre la consulta realizada para el “Pacto del Bicentenario, cerrando brechas”. Es de esperar que el resultado de este Pacto, donde han participado más de 180,000 panameños y panameñas, en la mayoría jóvenes, sirva para establecer la ruta que permita afrontar todas las tareas pendientes que durante 200 años ha queda sin resolver y que se han agudizado con la pandemia.
A lo largo de nuestra historia, particularmente en los últimos 30 años, ha quedado demostrado la voluntad de los panameños y panameñas, para que, a través del diálogo, se puedan resolver los acuciantes problemas del país, con la participación de diversos sectores de la sociedad.
Es bueno que recordemos algunos de estos diálogos:
• Primer Pacto Electoral de Santa María La Antigua (1994), propició el interés de establecer canales y vínculos, entre sectores partidistas tradicionalmente opuestos.
• Encuentros de Bambito (1993-1994)
• Encuentros Panamá 2000 (Coronado 1996-1997)
• Visión Nacional 2020 (1997-1998)
• La concertación Nacional para el desarrollo (2007)
• Pacto del Bicentenario (2021)
En el Pacto Bicentenario, a través de la consulta realizada a nivel nacional, llama poderosamente la atención la participación significativa de la juventud.
Para logarlo pensamos de manera especial en los ancianos y jóvenes, tenemos la necesidad de pedirles ayuda para continuar nuestro destino como Estado.
A los ancianos “memoriosos de la historia” les pedimos que, sobreponiéndose a esta cultura del descarte, que mundialmente se impone, se animen a seguir soñando. Necesitamos de sus sueños, fuentes de inspiración, alimentados por su sabiduría de los años vividos.
A los jóvenes les pedimos que no jubilen su existencia en el quietismo burocrático, en el que los arrincona tantas propuestas carentes de ilusión. Estamos convencidos que nuestra Patria necesita hacer viva la profecía de Joel (cr Jl3,1). Solo si nuestros abuelos se animan a soñar y nuestros jóvenes a profetizar cosas grandes, sucederán y la Patria podrá ser libre.
Construir el Panamá que todas y todos nos merecemos como hijos e hijas de Dios, se hará siempre y cuando se respete a la persona humana más allá de su origen, etnia, color de la piel, credo religioso, cultura, clase social…, pues todos los hombres y mujeres somos miembros de la misma familia humana.
Ante este ejercicio de escucha realizado en el Pacto del Bicentenario, reafirmamos que el diálogo es una exigencia de nuestro tiempo. Porque sin diálogo y respeto no hay futuro.
Para que este pacto los frutos que nos permitan seguir la construcción y búsqueda de un nuevo Panamá es imprescindible, un diálogo abierto y transparente, con todos los sectores, sin la exclusión de nadie. Difícil tarea, pero necesaria.
Porque, reiteramos, en un mundo conflictivo como el que vivimos, el diálogo es el único camino para la resolución de conflictos. Pues nunca la confrontación, amenazas, violencia o eliminación del otro es la solución.
Ante el negativismo que nos invade por situaciones injustas, dolorosas, como la violencia, la corrupción, la indiferencia, hay que renovar la esperanza con los pies puestos en esta tierra que nos vio crecer, y con la fuerza que nos da sabernos amados por Dios, Nuestro Señor de la historia, que nunca nos abandona.
La aplicación de políticas públicas inclusivas, que surjan de este Pacto Bicentenario Cerrado Brechas, dirigidas especialmente a los sectores empobrecidos e históricamente excluidos, no son para un determinado gobierno, sino para ser pensado como planes y programas de Estado, que sobrepasen los gobiernos, pero eso sí, que cada cinco años se pueda avanzar con pasos firmes en la solución de las profundas brechas de la inequidad, la injusticia, la mala distribución de las riquezas, y la falta de verdaderas oportunidades para que la gente pueda ser protagonista de su desarrollo personal y social.
Que todos tengamos la firme determinación y la larga paciencia y serena inteligencia, que requiere sudor y lágrimas; conscientes que solo desde el sacrificio se podrá avizorar espirales verdaderas de esperanza. Que este Pacto nos encamine hacia una renovada independencia de todos los vínculos humanos de esclavitud, opresión y explotación, hacia la construcción de un nuevo Panamá.
Que el Dios de los muchos nombres siga derramando sus bendiciones sobre Panamá y nos permita a cada uno asumir responsablemente la tensión entre la memoria del pasado, el compromiso con la realidad del presente y la utopía que proyecta hacia el futuro, donde cada panameño y panameña podamos hacernos cargo de configurar una nueva nación.
Que Santa María la Antigua nos siga acompañando en este peregrinar de engrandecer nuestra Patria.
† JOSÉ DOMINGO ULLOA MENDIETA, O.S.A.
ARZOBISPO METROPOLITANO DE PANAMÁ
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