Arzobispo de Panamá destaca labor solidaria del Banco de Alimentos en su aniversario

En el marco del aniversario del Banco de Alimentos de Panamá, monseñor José Domingo Ulloa Mendieta, resaltó la importancia de esta institución como un ejemplo vivo de solidaridad cristiana, durante la homilía que ofreció en la misa este 14 de octubre, en la Parroquia San Lucas.

 

Además de expresar su profundo agradecimiento a todos los voluntarios, colaboradores y donantes que han sido parte de esta misión de llevar alimentos a quienes más lo necesitan, destacó que “el Banco de Alimentos es un testimonio del amor en acción, del servicio generoso que responde al mandato de Cristo de dar de comer al hambriento”, afirmó el Arzobispo de Panamá.

 

Recordó las palabras del Papa Francisco sobre la necesidad de luchar contra la indiferencia frente al sufrimiento ajeno, y animó a todos a seguir apoyando a esta obra. “Cada gesto de solidaridad es una semilla de esperanza que transforma realidades y construye una sociedad más justa”, dijo en su mensaje.

 

Durante su homilía, el Arzobispo Ulloa hizo un llamado a la responsabilidad social, instando a las empresas, organizaciones y ciudadanos a seguir sumándose al esfuerzo del Banco de Alimentos. Recalcó que en un país bendecido con abundancia, es inaceptable que aún existan personas que no tienen acceso a una alimentación digna. “No podemos cerrar los ojos ante el sufrimiento de nuestros hermanos. Ser solidarios no es una opción, es una exigencia del Evangelio”, enfatizó.

 

En esta ocasión, monseñor Ulloa dedicó un reconocimiento especial a Jorge Luis Carbonell, cofundador del Banco de Alimentos de Panamá, por su visión, liderazgo y dedicación, en esta iniciativa que “no solo ha contribuido a mitigar el hambre en nuestro país, sino que también ha inspirado a muchas personas a sumarse a esta misión de amor y servicio” y agradeció que él haya sido un instrumento de Dios en esta labor tan importante para los más necesitados.

 

Monseñor Ulloa, entregó a su esposa Sophie y a sus hijos Carolina, Isabella, Eduardo José y José Manuel, un pergamino y la medalla de Santa María la Antigua, en memoria agradecida de la Iglesia Católica a Jorge Luis Carbonell, quien vivió como fiel servidor de Cristo, ayudando a los más necesitados.