En la Arquidiócesis de Panamá quince nuevos diáconos permanentes al servicio de la Iglesia y de los más necesitados
PANAMÁ. 27 DE ABRIL DE 2019. “Dispuestos a servir a los necesitados, sin discriminación, especialmente a aquellos que son el rostro sufriente de Jesucristo, en medio de las comunidades es la tarea principal del diácono permanente”, les señaló el arzobispo de Panamá, José D. Ulloa Mendieta, a los 15 nuevos ministros de la Iglesia, que han sido consagrados en este día, ante unas 800 personas, congregadas en elGimnasio de la Universidad Santa María la Antigua.
Durante la homilía, monseñor Ulloa advirtió que el diácono no puede andar a la libre, no es un “parroquito”, no es un “sacerdote”; su ministerio es bien específico el que debe ejercer primero en su hogar, para luego hacerlo en las comunidades cristianas. A su vez tienen el oficio de enseñar, están llamados a proclamar e instruir a los demás, Dios los ha llamado a ser hombres de justicia y de paz.
“Dios los llama a que vivan de forma permanente su servicio a la Iglesia. Su ministerio es un don de Dios que les quiso regalar mediante la gracia del Espíritu Santo, a través del cual recibirán la capacidad de representar a Cristo en la faceta más importante que es en la ‘palabra, la caridad y en la liturgia’”, agregó.
Los nuevos diáconos permanentes representan a ocho parroquias de la Arquidiócesis de Panamá. Ellos son: Arcenio Andrión López, Boris Oriel Castillo Frías, Ricaurte Chávez Martínez, David Delgado Galástica, Orlando Antonio García Barríos, Giovanni Guerra Olaya, Inocente Guerra Polanco, Saturnino Labrador Bazán, Luis Carlos R. Leal Quintero, Rangel León Córdoba, Eduardo Jovani Mendoza Ramos, Adelino Andrade Pérez Sánchez, Gilberto Antonio Tapia Bloise, Erick Estuardo Valenzuela Flores y Chanito Vásquez Paredes.
Su formación
La preparación de los candidatos al Diaconado Permanente, comienzo con el año Propedéutico, luego pasaron a la Universidad Santa María la Antigua (USMA), para formarse en ciencias teológicas; pero también van desarrollando su servicio en áreas pastorales como en las cárceles, los hospitales, comunidades rurales y urbanas.
Un diácono permanente puede bautizar, bendecir matrimonios, asistir a los enfermos con el viático, celebrar la liturgia de la Palabra, predicar, evangelizar y catequizar. Pero, a diferencia del sacerdote, no puede celebrar la Eucaristía (misa), confesar o administrar el sacramento de la unción de los enfermos.
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