Urge trato humanitario a los africanos en la frontera costarricense-panameña
Un llamado a las autoridades nacionales de Costa Rica y Panamá, así como de organismos nacionales e internacionales de derechos humanos, hace la Pastoral Afropanameña de la Iglesia Católica, ante la difícil situación que están padeciendo unos 500 africanos en la frontera costarricense-panameña, que se encuentran desamparados y sin un lugar donde cobijarse ante las inclemencias del tiempo, desde el pasado viernes 15 de abril de 2016.
Para la Pastoral Afropanameña de la Iglesia Católica, es sumamente preocupante, el tratamiento que le están dando las autoridades a los africanos que son migrantes, que al igual que otros, están solicitando dejarlos pasar para llegar a los Estados Unidos.
Los migrantes africanos se encuentran “atrapados” en la frontera costarricense-panameña sin que se les brinde un trato digno y humano. La migración es una realidad que no pueden ignorar los Estados, la movilidad humana irregular debe ser atendida buscando mecanismos eficaces y que contemplen el respeto a los derechos humanos de las personas.
No podemos tener tratos discriminatorios ni mucho menos ser indiferentes, a la realidad de los migrantes africanos ni de ninguna otra región. Lamentablemente esto es lo que está ocurriendo con los hermanos y hermanas africanas, entre los que se encuentran mujeres embarazadas y niños.
Ya lo manifestó el Papa Francisco en su mensaje para la Jornada de la Paz de 2016: “En el plano individual y comunitario, la indiferencia ante el prójimo, hija de la indiferencia ante Dios, asume el aspecto de inercia y despreocupación, que alimenta el persistir de situaciones de injusticia y grave desequilibrio social, los cuales, a su vez, pueden conducir a conflictos o, en todo caso, generar un clima de insatisfacción que corre el riesgo de terminar, antes o después, en violencia e inseguridad”.
Retomemos la propuesta del Secretariado Episcopal de América Central (SEDAC), de noviembre de 2015, para establecer un “corredor humanitario”, como compromiso de los gobiernos de los países involucrados en esta situación de migración irregular para que estas personas puedan llegar a Estados Unidos, garantizando su seguridad.
Desde la misericordia, que es el corazón de Dios, atendamos el clamor de nuestros hermanos africanos. Es el momento de actuar en justicia y solidariamente con ellos.
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