Homilía Domingo “El Buen Pastor da la vida por sus ovejas” (Jn 10,11)

Homilía Domingo “El Buen Pastor da la vida por sus ovejas” (Jn 10,11)
Mons. José Domingo Ulloa Mendieta, O.S.A.
Catedral Basílica Santa María la Antigua – 11 de mayo de 2025
Queridos hermanos y hermanas en Cristo:
Con inmensa alegría celebramos el Domingo del Buen Pastor, una jornada profundamente significativa en el tiempo pascual. En esta IV Domingo de Pascua, la Iglesia nos presenta el rostro de Cristo como Pastor bueno, fiel, cercano, misericordioso. En este domingo la Iglesia celebra, la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, especialmente por las vocaciones sacerdotales y a la vida consagrada.
Este año, además, esta jornada vocacional se ve iluminada por un acontecimiento providencial que llena de esperanza a la Iglesia: la elección del Santo Padre León XIV, el primer Papa agustino en la historia reciente y el segundo procedente de América Latina. No podemos negar que en los últimos días nos sentimos huérfanos de pastor. Porque la humanidad necesita alguien que no solamente escuche a fondo el corazón de cada uno de los seres humanos, sino que tenga la palabra apropiada; que al mismo tiempo sepa ver cuáles son sus necesidades fundamentales y las haga visibles. Hoy damos gracias a Dios porque no abandona a su rebaño, sino que sigue suscitando pastores según su corazón.
EL ROSTRO DEL BUEN PASTOR
Desde esa perspectiva el Evangelio de este domingo, nos sitúa en el corazón mismo del misterio pascual: “Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da la vida por sus ovejas” (Jn 10,11). No es una imagen romántica. Es una afirmación profundamente teológica y existencial. Jesús no se limita a guiar o acompañar; Él da la vida. Se ofrece como cordero para salvar al rebaño.
En un mundo marcado por líderes que buscan dominar, imponer o beneficiarse de su posición, Cristo nos muestra la lógica del servicio, la entrega y el sacrificio. Su pastoreo no es autoritario, sino misericordioso. Él conoce a cada uno por su nombre. No nos trata como una masa, sino como personas con rostro propio, únicas, amadas y dignas de ser salvadas.
Este modelo de pastor es el que la Iglesia está llamada a reproducir en cada sacerdote, obispo y, de manera suprema, en el Papa. La imagen del Buen Pastor es el corazón del ministerio ordenado. No se trata de mandar, sino de servir. No se trata de tener poder, sino de dar la vida.
LA FIGURA DEL PAPA LEÓN XIV: UN PASTOR PARA ESTE TIEMPO
Junto a toda la Iglesia, damos gracias por el nuevo Papa León XIV. Su elección es motivo de honda gratitud. En medio de un mundo fragmentado, polarizado y marcado por múltiples desafíos éticos, culturales y ecológicos, Dios ha llamado a este pastor con corazón humilde, humano, con experiencia de misión y una profunda espiritualidad centrada en la interioridad y la verdad.
El nombre elegido —León— remite a León XIII, Papa del siglo XIX, quien en el siglo XIX afrontó los desafíos sociales de su época con la encíclica Rerum novarum. En un paralelismo actual, expresó su intención de afrontar los retos de la inteligencia artificial y las nuevas realidades laborales con la misma claridad y compromiso con la dignidad humana.
El Papa León XIV llega desde América, pero con mirada universal. Su formación teológica, su experiencia pastoral en Perú, su servicio como prefecto del Dicasterio para los Obispos, lo hacen un pastor preparado para tiempos complejos.
Desde esta Iglesia que peregrina en Panamá, ofrecemos nuestra oración, nuestro afecto y nuestra fidelidad a su pontificado. Que el Espíritu Santo lo fortalezca. Que la Virgen de Guadalupe, patrona de América, lo proteja. Que San Agustín inspire su pensamiento y su corazón.
AMÉRICA LATINA: TIERRA FECUNDA, IGLESIA RESPONSABLE
La elección de un Papa latinoamericano no es solo un motivo de orgullo, sino una llamada a la responsabilidad. América Latina es la región con mayor número de católicos en el mundo. Aquí el Evangelio ha echado raíces profundas y ha dado frutos de santidad, de solidaridad y de fraternidad.
También es aquí donde la Iglesia enfrenta enormes retos que afectan a nuestros pueblos como desigualdades sociales, violencia, corrupción, secularismo creciente, migraciones forzadas, destrucción del medio ambiente y una juventud desorientada.
En este contexto, la Iglesia latinoamericana está llamada a ser misionera, profética y samaritana. No podemos conformarnos con mantener estructuras. Debemos salir, anunciar, acompañar, servir. El llamado del Documento de Aparecida sigue vigente: “Ser discípulos misioneros para que nuestros pueblos en Él tengan vida”.
La Iglesia latinoamericana está llamada a ser misionera, profética y samaritana. No podemos conformarnos con mantener estructuras. Debemos salir, anunciar, acompañar, servir. Y eso exige una Iglesia capaz de generar nuevas vocaciones. ¿Estamos evangelizando con alegría y profundidad? ¿Formamos comunidades vivas y participativas? ¿Cuidamos de nuestros seminaristas, sacerdotes y religiosos? ¿Estamos dispuestos a enviar misioneros a otras tierras, como signo de gratitud por lo recibido?
LA URGENCIA DE ORAR POR LAS VOCACIONES
En este día, la Iglesia entera se une en oración por las vocaciones. Jesús nos dijo: “La mies es mucha y los obreros pocos. Rogad al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies” (Mt 9,37-38).
Esta invitación sigue siendo actual. En muchos lugares del mundo, especialmente en Europa y América del Norte, el número de vocaciones ha disminuido de forma notable. Mientras tanto, Latinoamérica y África siguen siendo tierras fecundas, pero enfrentamos desafíos como el secularismo, la falta de acompañamiento, el miedo al compromiso y la fragilidad familiar.
Por eso, hoy más que nunca, necesitamos comunidades que recen por las vocaciones; familias abiertas a la vida y a la fe; pastores y catequistas que acompañen con paciencia; y ambientes eclesiales que inspiren alegría, misión y pertenencia. ¿Estamos presentando la vida sacerdotal como una opción hermosa y valiente? ¿Acompañamos a nuestros jóvenes con esperanza?
Finalmente, recordemos que la vocación no es solo para unos pocos. Todos estamos llamados por Dios: al sacerdocio, a la vida consagrada, al matrimonio, a la entrega laical. En particular, la vocación sacerdotal merece un espacio especial. Ser sacerdote hoy es un acto de amor valiente. Queridos jóvenes: si sienten el llamado, no tengan miedo. Dios no quita nada; lo da todo.
SITUACIÓN DOLOROSA DE PANAMÁ
La Iglesia Católica en Panamá, en este mismo espíritu, no puede dejar de ver con dolor y preocupación la situación que atraviesa nuestro país. Lo que está en juego no es solo la economía, sino la dignidad de la vida humana, especialmente de los más pobres y excluidos.
El Papa León XIV, en sus primeras palabras, luego de ser elegido como sucesor del Apóstol Pedro nos ha exhortado a “caminar como Iglesia unida, buscando siempre la paz, la justicia, tratando siempre de trabajar como hombres y mujeres fieles a Jesucristo, sin miedo, para anunciar el Evangelio, para ser misioneros”.
Vivimos una crisis institucional, un desgaste social y una desconfianza creciente en las estructuras democráticas. Como Iglesia, no podemos callar ante los clamores del pueblo. La paz no se decreta; se construye desde la verdad, la justicia y la participación. Panamá necesita de hombres y mujeres constructores de paz, en medio de las situaciones más difíciles que podemos enfrentar como país. Ese debe ser nuestro mayor anhelo.
Desde nuestra misión pastoral, hacemos un llamado a la oración, al discernimiento y a la acción responsable. Que todas las personas de buena voluntad trabajen por un Panamá más justo, más humano, más fraterno.
Que Santa María la Antigua, nuestra Patrona, interceda por nosotros y nos ayude a no rendirnos ante el desánimo. Que sepamos recibir la voz del pastor, confiemos en él, escuchemos su voz, apreciemos a sus representantes, en este caso, a su representante en la tierra, el Papa León XIV. Por eso, les sigo invitando a orar por él, para que pueda vivir a fondo su vocación de Pastor, sepa buscar a la oveja perdida, como lo hizo Francisco, y sepa cuidar la unidad del rebaño. Porque todos necesitamos ese cuidado y protección.
† JOSÉ DOMINGO ULLOA MENDIETA, O.S.A.
ARZOBISPO METROPOLITANO DE PANAMÁ
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