El Vía Crucis de los olvidados Arzobispo Ulloa caminó con los habitantes de calle este Viernes Santo

El Vía Crucis de los olvidados Arzobispo Ulloa caminó con los habitantes de calle este Viernes Santo

En el corazón del barrio de Calidonia, entre calles marcadas por el abandono, la adicción y el olvido, el arzobispo de Panamá, monseñor José Domingo Ulloa Mendieta, O.S.A., presidió un Vía Crucis vivo y conmovedor junto a personas en situación de calle, en una de las expresiones más concretas del amor de la Iglesia hacia los descartados de la sociedad.

Desde hace nueve años, este gesto se repite cada Viernes Santo gracias al impulso del Centro de Atención Integral San Juan Pablo II, una obra de la Iglesia Arquidiocesana dedicada a acompañar pastoral y humanamente a quienes viven sin techo, sin familia, sin voz.

Pero más que una tradición, este Vía Crucis se convierte en un grito silencioso de fe y dignidad, donde el sufrimiento de los marginados se une al de Cristo crucificado. A cada paso, en cada estación, se elevaron oraciones por los niños abandonados, por los que luchan con adicciones, por las mujeres y hombres forzados a prostituirse, por los migrantes expulsados de sus tierras, y especialmente por quienes no tienen familia ni un lugar donde dormir con dignidad.

“Este es un Vía Crucis real”, dijo con voz firme monseñor Ulloa, rodeado por los rostros heridos pero esperanzados de sus acompañantes. “La Pasión de Jesucristo no es un recuerdo del pasado. Cristo sigue caminando hoy en el cuerpo golpeado de los que no tienen nombre, ni derechos, ni futuro. Su cruz la cargan los hombres y mujeres de la calle, los migrantes rechazados, los que sobreviven en la prostitución, los que no figuran en las estadísticas ni en las prioridades de nadie.”

En cada estación, la oración se fundió con los testimonios reales de quienes cargan sus propias cruces. Con valentía, varios compartieron su historia de exclusión, de rechazo, de abandono familiar, de invisibilidad en medio de la ciudad. “Aquí no hay representaciones —dijo el arzobispo—, aquí está el verdadero Calvario de hoy. Y aquí también, como entonces, el Señor quiere abrazar, levantar y devolver la esperanza.”

El recorrido pasó por calles emblemáticas de Calidonia, muchas de ellas donde se vive el drama cotidiano del consumo de drogas, la trata, el hambre y la violencia. Calles donde a menudo se desvía la mirada, pero que en esta jornada fueron convertidas en altares del dolor y la esperanza.

La caminata culminó en el Centro San Juan Pablo II, símbolo de esperanza para quienes no tienen hogar, y que quiere ser —como lo expresó el arzobispo— “ese sepulcro nuevo donde la muerte no tiene la última palabra, donde se siembra una nueva vida”.

Este Vía Crucis no fue solo un recorrido. Fue una proclamación de que el sufrimiento de los pobres no es invisible para Dios, y de que la Iglesia está llamada a arrodillarse junto a ellos, como Cristo en el lavatorio de los pies, para escuchar, servir y sanar.

Panamá, 17 de abril de 2025.

Comparte

La Arquidiócesis de Panamá creada el 9 de septiembre de 1513 es la Iglesia más antigua en tierra firme y madre de las Iglesias particulares existentes hasta ahora en la república de Panamá.