Jornada Mundial de los abuelos y ancianos es un acto de justicia y gratitud

La V Jornada Mundial de los Abuelos y de los Ancianos, celebrada el 27 de julio en la Capilla de la Universidad Católica Santa María la Antigua (USMA), no es solo una fecha conmemorativa o un reconocimiento simbólico. Para la Iglesia Católica, esta jornada representa un acto de justicia, gratitud y profecía, en la que se busca generar conciencia sobre la realidad que enfrentan muchos ancianos en Panamá: en abandono, precariedad y exclusión.
Durante la Eucaristía, el arzobispo de Panamá, monseñor José Domingo Ulloa Mendieta, afirmó que “un país que protege a sus ancianos cuida su cultura, su espiritualidad y su alma”, subrayando que dignificar a los adultos mayores es honrar a la nación, porque un pueblo agradecido con sus mayores demuestra que no olvida sus raíces y construye sobre cimientos sólidos.
Monseñor Ulloa, enfatizó que los adultos mayores no son una carga social, sino una riqueza humana y espiritual que merece cuidado, respeto y protección. Por ello, hizo un llamado urgente a la sociedad y al Estado a promover políticas públicas que garanticen los derechos, la salud y la dignidad de los ancianos.
“Cada gesto de cuidado hacia un anciano —una visita, un abrazo, escuchar sus historias, aunque sean repetitivas— no debe verse como un simple acto de caridad, sino como una forma concreta de construir una nueva nación y una Iglesia con memoria viva”, afirmó. “El alma de un pueblo no está cimentada solo en monumentos ni en discursos oficiales, sino en esa voz temblorosa, pero firme de quienes nos enseñaron a trabajar, a rezar y a confiar en Dios”.
“Una sociedad que margina a sus adultos mayores corre el riesgo de secarse espiritualmente”, advirtió el arzobispo, al señalar que sin memoria viva no hay futuro posible. Dirigiéndose con afecto a los abuelos presentes, les expresó que “son ese faro que guía en medio de la tormenta, lámparas encendidas que nos recuerdan que Dios no abandona a su pueblo. Gracias por ser esa raíz profunda que sostiene a las nuevas generaciones y por la oración silenciosa que tantas veces mantiene a flote a nuestras familias”.
También los animó a continuar con su misión espiritual, ya que están llamados a seguir haciendo espacio a Dios en la vida de sus nietos, preparando el terreno con oración para que Cristo nazca en cada generación.
El arzobispo exhortó, a rescatar y preservar la memoria histórica de los abuelos y ancianos, afirmando que “un pueblo sin memoria es un lugar sin rumbo. Como Iglesia, alcemos la voz para que sus historias, enseñanzas y sacrificios no se pierdan en el silencio. Los abuelos y ancianos son páginas vivas de Panamá, y cada una necesita ser leída, cuidada y transmitida”.
Finalmente, recordó las palabras del Papa Francisco, quien señaló que los abuelos son “el eslabón que une a las generaciones y un tesoro que debe ser custodiado”. También citó el mensaje del Papa León XIV, para esta Jornada en el que afirma: “Aunque el cuerpo de los ancianos se debilite, nada les impide amar, orar, darse y ser un signo vivo del Evangelio”.
Panamá, 28 de julio de 2025
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