Unos 250 religiosos y religiosas peregrinaron con alegría en el Jubileo de la Vida Consagrada

Unos 250 religiosos y religiosas peregrinaron con alegría en el Jubileo de la Vida Consagrada

Con cantos de alegría y un profundo entusiasmo, religiosos y religiosas de diversas congregaciones de la Arquidiócesis de Panamá peregrinaron desde el templo San Francisco de Asís del Casco Antiguo hasta la Catedral Metropolitana para celebrar el Jubileo de la Vida Consagrada Panameña, este sábado 8 de febrero. Al llegar, el arzobispo José Domingo Ulloa Mendieta, les dio la bienvenida con estas palabras: “Pueden entrar con gozo a la casa del Señor”.

Bajo el lema “Peregrinos y sembradores de esperanza”, la homilía de monseñor Ulloa destacó el papel fundamental de la vida consagrada en la Iglesia, enfatizando que es un don del Espíritu Santo que fortalece la vida diocesana. Durante su mensaje, el arzobispo Ulloa invitó a los consagrados a renovar su misión con esperanza, recordando que la fidelidad cotidiana es clave en su servicio.

El arzobispo Ulloa reflexionó sobre la importancia de los Años Santos, señalando que este Jubileo es un acontecimiento excepcional que la Iglesia brinda como un tiempo de gracia y salvación. Asimismo, recordó la invitación del Papa Francisco a vivir este Año Santo 2025 con la virtud de la esperanza en el centro de la vida cristiana.

“La gran razón de nuestra esperanza es que Dios ha entrado en nuestra vida y en nuestra historia, y ya no estamos solos. Ante el sufrimiento y las dificultades, la certeza de que Dios habita entre nosotros nos permite vivir con esperanza”, afirmó el arzobispo.

Inspirado en la figura de los ancianos Simeón y Ana, quienes esperaban en el templo el cumplimiento de la promesa divina, el arzobispo Ulloa exhortó a los religiosos y religiosas a discernir en sus corazones qué los mueve en su camino vocacional. Destacó que la fidelidad y la capacidad de ver la presencia de Dios en la pequeñez y fragilidad son esenciales para una vida consagrada auténtica.

“El Espíritu Santo nos lleva a reconocer a Dios no en las cosas grandes o llamativas, sino en la sencillez y el servicio diario. Nos invita a no quedarnos en la nostalgia del pasado ni en la rutina mecánica, sino a abrirnos a una renovación profunda desde el amor y la esperanza”, expresó.

En su mensaje, el arzobispo también recordó que el Papa Francisco llama a los consagrados a “despertar al mundo” y denunciar las injusticias. En este sentido, mencionó las urgencias que la Iglesia debe atender: la situación de los migrantes, las desigualdades económicas y la lucha contra la trata de personas.

En un momento significativo de su homilía, destacó la memoria de Santa Josefina Bakhita, cuya festividad se conmemora el 8 de febrero. “Ella, en medio de la esclavitud y el sufrimiento, vivió con esperanza porque Dios fue su ancla y fortaleza”, afirmó el arzobispo, instando a los religiosos a renovar su compromiso con la justicia y la fraternidad.

Finalmente, el arzobispo Ulloa invitó a los religiosos y religiosas a vivir este Jubileo como un tiempo de profunda renovación. Llamó a cultivar la fraternidad y la diversidad dentro de la vida consagrada, abandonando rigideces y abriéndose a la acción del Espíritu Santo. “Es tiempo de renovar nuestras relaciones con una nueva mística del encuentro y la fraternidad, basada en la dignidad, igualdad y reciprocidad”, afirmó.

El Jubileo de la Vida Consagrada con alegría, los religiosos y religiosas reafirmaron su compromiso de ser misioneros de esperanza, recordando que su vocación es una respuesta de amor y fidelidad al Señor.

Panamá, 8 de febrero de 2025.

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